Moscú/Ankara - Rusia rehusó ayer hablar de un fracaso en las negociaciones para un alto el fuego permanente en Libia, después de que el mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte en el este del país norteafricano, abandonara ayer Moscú sin firmar el cese de hostilidades, mientras que Turquía aumentó su presión con amenazas. El líder del Ejército Nacional Libio (LNA) había pedido hasta ayer por la mañana para decidir si suscribía o no el proyecto de declaración negociado el lunes durante más de seis horas bajo la mediación de los titulares de Exteriores y Defensa de Rusia, Serguéi Lavrov y Serguéi Shoigú, y Turquía, Mevlüt Çavusoglu y Hulusi Akar.

El líder del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), Fayez al Serraj, ya había estampado su firma en el documento, cuyo valor es sin embargo nulo sin las garantías por escrito de Hafter, que domina buena parte de Libia, de que habrá un alto el fuego indefinido. El mariscal se marchó de madrugada sin comprometerse a poner fin a la guerra civil.

Según dijo una fuente militar libia a la agencia RIA Nóvosti, echó en falta una cláusula sobre el plazo en que deben ser disueltos los grupos armados leales al GNA, pero que la mayoría de los demás puntos del borrador del acuerdo había quedado pactada. El Ministerio de Defensa enfatizó ayer que Hafter había valorado "positivamente" el proyecto de declaración, pero finalmente pidió más tiempo, concretamente "dos días para discutir el documento con los líderes de las tribus que lo apoyan". El proyecto de declaración establece un alto el fuego indefinido, la creación de una línea de contacto para asegurar un cese al fuego sostenible y una comisión militar que supervisaría el cumplimiento del fin de las hostilidades.

La cita de Moscú fue la primera entre las partes enfrentadas para buscar un alto el fuego permanente en Libia desde el comienzo de la ofensiva de las fuerzas leales contra Trípoli, iniciada el 4 de abril de 2019, y que se ha cobrado la vida de 1.500 personas, dejado heridas a 15.000 y desplazado a más de 100.000.

La resistencia de Hafter pone en peligro el débil alto el fuego en vigor desde el pasado domingo y deja en mal lugar a Rusia, que apoya al mariscal y ha enviado mercenarios a Libia, pero no ha conseguido convencerlo hasta ahora de dar un paso al frente hacia la paz.

Mercenarios sirios para libia Y su postura ha enfadado a Turquía, que ha enviado un reducido número de asesores militares en apoyo del Gobierno de Trípoli. Además, según varios medios turcos, Ankara ha reclutado a combatientes de diversas milicias sirias para llevarlos a Libia. Algo no confirmado por las autoridades turcas, pero tampoco descartado de forma rotunda. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no pudo contener su rabia por la actuación del mariscal rebelde, del que dijo que mostró "su verdadera cara" al dejar las conversaciones de paz en Moscú sin firmar el acuerdo de alto el fuego permanente. "Hay hermanos árabes que no están con Hafter, y Hafter quiere eliminarlos. Busca una limpieza étnica", denunció el líder islamista turco. Erdogan aseguró que en Libia vive aún "más de un millón" de libios de ascendencia turca de la época en la que el país perteneció al Imperio otomano (hasta 1912), y que el mariscal también pretende eliminarlos. El presidente turco aumentó la presión sobre Hafter al insistir en que Turquía mantendrá su presencia en el país norteafricano hasta "dar la libertad a los libios", y amenazó con "darle una lección" si sigue con sus ataques.

Moscú se esforzaba ayer en asegurar que las negociaciones no se han desmoronado, sino que el trabajo iniciado "continuará, ya que la cantidad de problemas acumulados en Libia requiere un trabajo minucioso para alcanzar soluciones equilibradas y aceptables para las partes".