Washington - La decisión del presidente de EE.UU., Donald Trump, de acabar con la vida del poderoso comandante iraní Qasem Soleimaní, la tomó mientras disfrutaba de unos días de golf en Florida y guiado por el miedo a un ataque en pleno año electoral marcado, además, por el juicio político que se desarrolla en su contra.

Oficialmente, desde el primer momento, la Administración estadounidense ha insistido en que el objetivo del ataque era impedir un "ataque inminente" que Soleimaní estaba preparando para acabar con cientos de militares y diplomáticos estadounidenses en Oriente Medio. En concreto, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Robert O'Brien, desveló el viernes que EE.UU. tomó la decisión después de que este visitara Damasco, desde donde estaba planeando esos supuestos ataques, de los que Washington no ha ofrecido pruebas. Sin dar más detalles, EE.UU. dice que la decisión final se tomó en base a nueva información de inteligencia.

Según explicó una fuente familiarizada con las discusiones internas, otra de las razones que llevó a Trump a actuar fue el miedo a que se repitiera un episodio como el nefasto ataque de 2012 contra el consulado de EE.UU. en Bengasi (Libia), en el que murió el embajador en Libia y otros tres estadounidenses.

El entonces presidente Barack Obama y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, tuvieron que soportar duras críticas por su actuación en ese episodio y, durante años, los republicanos lo usaron para atacar a Clinton, quien siguió enfrentado reproches cuando en 2016 se enfrentó a Trump por la Casa Blanca. Según la citada fuente, Trump también quería mostrar fortaleza ante Irán y dejar claro que habría consecuencias por la muerte el pasado 27 de diciembre de un contratista estadounidense en una base militar estadounidense en Irak.

Para Washington, los responsables de ese ataque son miembros de la milicia chií Kata'ib Hizbulá (KH), que supuestamente recibe financiación y armas de Irán. En respuesta a esa víctima mortal, el Pentágono ordenó ataques en Siria e Irak contra la KH, ofensiva que causó la muerte de una veintena de personas y provocó que cientos de simpatizantes de esa milicia reaccionaran asaltando la embajada estadounidense en Bagdad.

Según funcionarios citados por The New York Times, Trump valoró responder con acciones menos arriesgadas, como bombardeos contra barcos iraníes o ataques a las milicias chiíes en Irak, apoyadas por Teherán, pero el mandatario acabó desechando esas opciones y apostó por la opción más peligrosa: matar a Soleimaní.

Cortina de humo A nivel interno, varios miembros de la oposición demócrata han especulado sobre la posibilidad de que Trump haya ordenado la muerte de Soleimaní para desviar la atención del proceso de juicio político (impeachment) al que está siendo sometido en el Congreso por sus presiones a Ucrania.

En opinión de los demócratas, Trump ha provocado a Irán con el objetivo de aumentar su popularidad de cara a las elecciones de este 2020, ya que en EE.UU. las tasas de aprobación de los presidentes suelen subir en tiempos de guerra, cuando el país se une para hacer frente a una amenaza externa.

Hace años, Trump llegó a insinuar que Obama estaba valorando bombardear a Irán con el único propósito de ser reelegido en 2012, algo que nunca hizo, pero sí acabo con Osama bin Laden.