OMIENZA esta travesía por el auge y caída de la plaza Zabalburu en un punto álgido. En los terrenos de esta plaza tuvo lugar la ceremonia de anexión de la anteiglesia de Abando a la villa de Bilbao el 1 de julio de 1890. La anexión no afectaba a la totalidad de Abando porque veinte años antes, el 2 de abril de 1870, el Gobernador Civil, en nombre del Gobierno, había entregado a la villa los terrenos que abarcaban el arco que recorre desde Bilbao la Vieja, Miribilla, Zabalburu, Alameda de San Mamés, Misericordia, así hasta la estación de Olabeaga. Con todo, ya podía decirse, en la última década del siglo XIX, que la plaza Zabalburu era bilbaina.

Cerremos los ojos para recrear la estampa con la imaginación. Aquel 1 de julio, el Gobernador Civil, actuando en nombre de S.M. la Reina Regente, presidió la comitiva junto con el alcalde de Bilbao, José María de Lizana y de la Hormaza, Marqués de Casa-Torre; el teniente alcalde, Solaún y 27 concejales, precedidos por maceros y timbales, y llevando la bandera del Ayuntamiento el síndico Isasi, se dirigieron al límite jurisdiccional de la villa, donde se hallaba la representación del Ayuntamiento de Abando, compuesto por el alcalde, Miguel de Aldama, el teniente alcalde Palacios, y 6 concejales. En la plaza, se abrazaron los dos alcaldes y los concejales se estrecharon las manos, dando el Gobernador Civil posesión de la anteiglesia de Abando al Ayuntamiento de Bilbao. Todo debió ser muy ceremonioso.

Pasaron los años y el antiguo Palacio de los Condes de Heredia Espínola, conocido como Villa Mena, fue durante la Guerra Civil la sede del Departamento de Agricultura del Gobierno Provisional del País Vasco. El palacio estaba situado en la plaza de Zabalburu, en el lugar que actualmente ocupan las Torres Zabálburu, el centro comercial y un colegio religioso. El edificio era de planta rectangular, de tres pisos y tejado también rectangular. En la zona del tejado había cuatro ventanas redondas en los lados anchos y una en los estrechos. El inmueble fue construido por la familia Zabalburu a mediados del siglo XIX como residencia familiar. Además de Villa Mena se conocía también con los nombres de Chalé Mena, Palacio Mena o Palacio Zabalburu. Tenía un parque dentro de la propiedad, y era habitual que Alfonso XIII pasara temporadas en este edificio cuando visitaba Bilbao. Era un lugar reseñable sin dudarlo. En la Guerra Civil fue cuartel, almacén y refugio antiaéreo.

El Ayuntamiento de Bilbao expropió el inmueble durante la década de 1960. El consistorio franquista presentó en 1962 un proyecto de ordenación de la plaza Zabalburu y la manzana contigua a la misma, que significó el inicio de la transformación urbana de toda la zona. A finales de la década se construyeron las Torres Zabalburu y el centro comercial, inaugurados en 1971.

¿Era el despegar o la tumba? Nadie lo sabía. En un principio se diría que llegaba a Zabalburu la modernidad. El centro comercial de Zabalburu fue el primer Shopping Centre de España y el principal, como lo anunciaban Construcciones Alcorta S.L, la empresa encargada de su construcción. Cuatro plantas, más de dos kilómetros de escaparates a la calle, dos grandes almacenes y aproximadamente 100 establecimientos más, con aparcamiento subterraneo.

Pero no funcionó jamás. Cinco años antes había nacido el rascacielos que hace esquina con Hurtado de Amezaga, supliendo al convento de las Madres Reparadoras del siglo XIX. Todo era un guiño hacia el futuro mientras que en la vecina calle de San Francisco iba adentrándose otro mundo, underground. El mundo de las drogas.

No todo fue de una día para otro. Durante los años setenta y principios de los ochenta la plaza de Zabalburu tuvo su toque yeyé. Simago le dio tráfico y la cafeteria California, con sus célebres bollos de mantequilla preñados con jamón de york ahumado. Era pura delicatessen. El cine Vistarama despertó en 1970, allá en en la esquinita de Nicolás Alkorta, al compás de aquel Bilbao que quería volar, sin olvidar aquella discoteca, Yoko Ono, que lucia una bola de discoteca fantástica.

Hay que recordar que las torres que presiden la plaza fueron realizadas por el arquitecto Eugenio María de Aguinaga y Azqueta y que el centro comercial tuvo una fuente luminosa en su corazón, una gran esfera acuática, luminosa y elevada, de acero inoxidable y formada por 220 toberas especiales, con cambios automáticos de color. Más llamativa fue la fuente en el centro de la plaza, réplica de otra en Nueva York. Se inauguró en 1967 y sobrevivió hasta 2005.

Los vecinos de la zona recuerdan al Ideal Cinema primero y los ideales después, en la calle Egaña; la gran tragedia del asesinato del capitán de Farmacia Martín Barrios a manos de ETA, la vecina Quinta Parroquia con su Nazareno; la hostelería del Clipper, el Mosela o el Rimbombín; Radio Gremar o la óptica Francisco. Poco a poco todo ha ido apagándose, como aquella Detroit automovilística. Los vecinos luchan a brazo partido y tras la reforma acometida en 2008, se han ganado cerca de 3.000 metros cuadrados para el ocio y el esparcimiento.

Está concebida como un bosque que protege a los ciudadanos del tráfico rodado y cuenta con 77 árboles de diferente tamaño a modo de barrera vegetal. Tiene, además, dos zonas de juegos infantiles, dos fuentes ornamentales a ras de suelo, un pavimento que forma dunas y ocho esculturas lumínicas de Mario Nanni. No lo tiene fácil. Veremos. l