N vida fue respetado y conocido tanto en su tierra como en numerosos países europeos ya que su obra gozó de una amplia difusión pero, tras su muerte, cayó en el olvido. La recuperación y revalorización de la música y la figura de Andrés Isasi comenzó a finales del siglo XX gracias, en parte, al tenor Javier de Solaun, apoderado de su legado, y, desde 2009, a las primeras grabaciones mundiales que Isasi Quartet ha grabado para el sello discográfico Naxos.

Esa es la penúltima página de una vida tan breve (Andrés Isasi falleció con 49 años) como intensa donde se cruzó la precocidad del compositor, su paso por Alemania, donde tanta fortuna hizo, el estallido de la Primera Guerra Mundial, la composición de Lekobide, un proyecto de ópera nacional vasca, con libreto de Emiliano de Arriaga, del que solo completa el primer acto, que no se ha conservado o la comparación con Juan Crisóstomo de Arriaga o de Guridi para festejar las bodas de plata de la Sociedad Filarmónica.

Toda esta vida aventuresca comenzó a finales del siglo XIX, en 1890, cuando nació Andrés. Las biografías le describen como compositor, pianista y poeta. Fue celebrado en su juventud como una de las mayores promesas artísticas de su entorno, encarnó la corriente más cosmopolita y vanguardista de la música vasca de su generación.

Fue su abuelo, el financiero Andrés Isasi Zulueta, quien costeó sus estudios musicales. Se sabe que recibió clases desde la infancia del pianista Miguel Unceta, llegando a dominar el instrumento magistralmente, aunque se desconoce cómo obtuvo la formación en composición. En 1908, con dieciocho años, estrenó en la Sociedad Filarmónica de Bilbao una sonata para piano y cuarteto de cuerda, bajo la financiación y organización de los editores vascos Lazcano y Mar, que publicaron varios álbumes con obra del joven compositor. El éxito que le acompañó permitió celebrar, al menos, otros dos conciertos más en la misma sociedad. Ese mismo año, también en Bilbao, la Orquesta Filarmónica de Berlín ofreció un concierto, con Richard Strauss como director con Don Juan y Till Eulenspiegel, lo que muy probablemente influyó en el joven Isasi. Así, al año siguiente marchó a Alemania y se estableció en Berlín, donde cursó estudios con Karl Kämpf y el compositor, Engelbert Humperdinck. El tiempo de formación en Alemania marcó a Isasi en su producción musical hasta el extremo de que sus notaciones musicales, aun estando en Bilbao, las realizaba en alemán.

Isasi se afilió en 1913 a la recién fundada Asociación de Artistas Vascos y colaboró con dicha entidad en una reivindicativa Fiesta de Arte celebrada en la Filarmónica con apoyo de Unamuno y otros artistas e intelectuales.

El músico regresó definitivamente a Bilbao en 1914, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial. Entre 1915 y 1916 colaboró con el Orfeón Euskeria en una serie de "conciertos populares", interpretando algunos de sus Lieder y la Berceuse heroica, que acababa de estrenar en el getxotarra Club Marítimo del Abra. En cambio, quedó en suspenso su proyecto de crear una ópera vasca con libreto de Emiliano de Arriaga, Lekobide.

Con todo era reconocido como una eminencia de la villa como demuestra el hecho de que su obra fuera programada junto a la de Arriaga y Guridi para festejar las bodas de plata de la Sociedad Filarmónica, en 1921. No obstante, Isasi se alejó de la vida pública a partir de su boda, en 1916, retirándose a su palacete familiar de Algorta, en Getxo. En 1918 estrenó su Segunda Sinfonía, su mayor éxito. El conflicto civil le recluyó en Algorta, donde falleció a causa de una afección cardiaca en 1940.

Andrés Isasi fue celebrado en su juventud como una de las mayores promesas artísticas de su entorno en la época

Su obra fue programada, junto a la de Arriaga y Guridi, para festejar las bodas de plata de la Sociedad Filarmónica