OS orígenes de esta historia tienen un tinte novelesco que le dan aire de aventura a este relato. En su enciclopedia Naturalis Historia, Plinio el Viejo cuenta que unos mercaderes que se dirigían hacia Egipto con natrón (carbonato de sodio) se detuvieron para cenar a orillas del río Belus, en Fenicia. Pusieron algunos trozos de este mineral al lado del fuego para apoyar los pucheros, calentaron los alimentos, cenaron y se durmieron. A la mañana siguiente, vieron que el natrón se había fundido con la arena (rica en sílice), y en la reacción se había producido un material duro y brillante, el vidrio. Creyeron que era un milagro.

Los primeros objetos de vidrio encontrados fueron abalorios, pero las primeras vasijas proceden de Egipto (tumbas egipcias en el reinado de Tutmosis III (1504-1450 a.c.). La fabricación del vidrio tuvo su apogeo en el siglo IX antes de Cristo. Egipto se convirtió, en aquellos lejanísimos tiempos, en el principal proveedor de vidrio de las cortes reales.

Hagamos camino. La vidriera asociada al cristianismo alcanza su esplendor en el gótico, tiempo en el que se potencia el ámbito espiritual alejado del mundo banal a través de los juegos de la luces. En Bizkaia, debido a la dejadez del clero y a los problemas socioculturales de tiempos no tan remotos (finales del siglo XVIII y hasta bien avanzado el siglo XIX), se perdió todo vestigio que pudiese quedar de este patrimonio y no fue hasta mediados del siglo XIX cuando se produce un resurgir delas vidrieras, acompañada del florecimiento de las artes decorativa en Europa merced a dos cuestiones: la declaración del catolicismo como religión de estado en la Constitución de 1876 y el hecho de que Bilbao se convirtiese en un importante centro comercial y financiero.

Más allá del arte sacro, Bilbao posee un enriquecido patrimonio de vidrieras civiles construidas entre finales del siglo XIX y principios del XX. Miremos a través de los cristales para conocerlo, siquiera a base de pinceladas de luz y color. Destaca de salida en el recorrido de la magnífica vidriera policromada que preside las escaleras de la Diputación foral, realizada en 1900 por el famoso vidriero modernista catalán Antoni Rigalt sobre un boceto de Anselmo Guinea. Acoge una representación alegórica de Bizkaia frente a la Casa de Juntas y el árbol de Gernika a la que homenajean personificaciones de la maternidad, la pesca o la agricultura, pero también las bellas artes, las ciencias o la industria. Es la nueva sociedad, con el telón de fondo de un enorme sol naciente cuyo color dorado se filtra a través de las hojas del roble. En el horizonte, sobre un cielo que recuerda a Gaudí, se percibe una contraposición y, si a la izquierda del roble aparece la basílica de Begoña, patrona, a su derecha aparece una imagen singular: los Altos Hornos de Vizcaya, estandarte de la industrialización vasca. La gente erudita en el asunto consideran magistral el tratamiento de la luz, sobre todo en el pasillo central que las alegorías abren a la figura de Bizkaia, protagonista total de la composición.

No deje la persona curiosa de cursar visita a la hermosa vidriera art nouveau, éde 1890, ernclavada en las escaleras de la biblioteca municipal de Bidebarrieta, antiguo palacio de la Sociedad El Sitio. Encargada a una casa vidriera de Flandes, posee un decidido aire japonés, síntoma de una sociedad que se abría al mundo: un jarrón rojo preside el centro; el cristal del fondo, en tinieblas, evoca la ventana de un jardín en el que acabara de llover. Y sobre la delicadeza del conjunto, en el escudo de la ciudad aparece grabado, aunque el tiempo casi lo ha borrado del todo, el enigmático número 5369: son las bombas carlistas que cayeron sobre el Bilbao sitiado. A sus pies la biblioteca exhibe una bala de cañón de aquellos terribles días. Asombra.

¿Quién no se ha detenido, en alguna ocasión, ante la vidriera de la estación de Abando? Allí la luz no esta fija sino que asemeja a una gran pantalla que muestra Bizkaia en sus caseríos, deportes, iglesias y tradiciones. Es la vidriera más popular de Bilbao y fue ejecutada en los talleres de Maestros vidrieros de Irún en 1947. Comocuriosidad les adelanto que en ella se omite intencionadamente el progreso. Los personajes recuerdan al cubismo de Arteta y el mismísimo Franco acudió a su inauguración.

La luz adquiere tintes de importancia en el Mercado de la Ribera. Entra sin disimulo por su preciosa vidriera, una de las joyas de este espacio emblemático, creando un despliegue de colores. El mercado se enriqueee con una variada ornamentación Art Decó. No, no se detengan. Pasen y vean el ensueño de la cúpula que se encuentra en La Bilbaina; las vidrieras del Hotel Carlton (la empresa Vidrieras de Arte de Bilbao en 1927 las dotó deestilo futurista, inspiradas en motivos de las fábricas, rascacielos, aeroplanos, automóviles y playa de Ereaga sembrada de sombrillas... ¡en blanco y negro!); o una pequeña joya oculta en la calle Diputación 8. Realizadas en 1947 en colores sepia la composición de vidrieras empieza con una evocación rural para dar paso después a la minería, la industria naviera, los Altos Hornos, rascacielos, aeroplanos, ferrocarriles e incluso iconos más curiosos como periódicos, teléfonos o señores con gabardina y sombrero saliendo con prisa de la oficina. Pueden regodearse en el quiosco del Arenal o en el museo de reproducciones, donde sus vidrieras son Normandas y donde se calcula que el artista en cuestión se formó en la escuela de bellas artes Rouen. Hay mil y un colores.