Llega el otoño y, con él, la temporada de las castañas, un fruto muy peculiar ligado a estas fechas. Puedes recolectarlas en el monte o degustarlas ya asadas en uno de los castañeros que en esta época del año ponen olor, calor y sabor a las calles de las ciudades.

La castaña se considera un fruto seco díscolo ya que, pese a pertenecer a este grupo de alimentos, por sus características nutricionales no tiene mucho que ver con ellos. 

Tiene menos calorías y grasas, siendo estas además cardiosaludables, y mucha agua. Además, por su alto contenido en hidratos de carbono y su bajo índice de proteínas se asemejan más a los cereales.

Nutricionalmente, 100 gramos de castañas tienen 40 gramos de agua, 40 gramos de hidratos de carbono, 7 gramos de fibra, 5 gramos de grasas y 4 gramos de proteínas. Además, son una buena fuente de vitaminas (vitamina E, vitaminas del grupo B y ácido fólico) y minerales (magnesio, calcio, potasio, hierro, fósforo, sodio, yodo, selenio y zinc).

Castañas con cáscara junto a hojas secas. Freepik

Una delicia muy saludable

Por todo ello, las castañas, de las que se recomienda no consumir más de 30 gramos al día, son un alimento con un alto valor nutritivo que le reporta numerosos beneficios a nuestro organismo. Algunos de ellos son:

1- Previenen enfermedades cardiovasculares. Tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Su elevado aporte de grasas saludables y ácidos esenciales Omega 3 y 6 resulta muy beneficioso para el corazón. Además, por su origen vegetal no tienen colesterol, y al ser pobres en sodio y ricas en potasio, son aptas para hipertensos. 

2- Fortalecen el sistema óseo. Nos aportan calcio, fósforo y magnesio. Contribuyen a la buena salud de nuestros huesos y dientes, y previenen la aparición de la osteoporosis prematura. Son muy beneficiosas para niños, mayores y mujeres, sobretodo durante la menopausia.

3- Estimulan el sistema nervioso. Su alto contenido en minerales y vitaminas del grupo B protegen el sistema nervioso y reducen el riesgo de padecer enfermedades o alteraciones neurológicas, lo que se traduce en una buena salud mental.

4- Aportan mucha energía. Gracias a su gran aporte de hierro, son útiles para prevenir o mejorar el cansancio y la fatiga y para tratar la anemia. Consumirlas con frutas ricas en vitamina C permitirán una mejor asimilación de este mineral.

5- Alto contenido en fibra. Ayudan a la digestión, cuidan la flora y el tránsito intestinal, mejoran nuestro sistema inmunitario y previenen problemas como el estreñimiento u otros más graves del intestino grueso, como el cáncer de colon. Puedes comerlas asadas, cocidas o crudas, aunque en este último caso son más indigestas. También son aptas para celíacos.

Plato con castañas asadas, una de ellas pelada. Freepik

6- Alimento saciante. Por su alto contenido en fibra, agua e hidratos de carbono son muy saciantes. Aportan muy pocas calorías (10 castañas asadas, 200 calorías) y son muy recomendables para combatir la obesidad. 

7- Apto para diabéticos. Sus hidratos de carbono son de absorción lenta y no producen picos de azúcar en sangre.

8- Efecto diurético. Gracias al potasio que contienen, son muy buenas para evitar la retención de líquidos. 

9- Complemento para dietas veganas. La proteína vegetal contiene todos los aminoácidos esenciales y son ricas en hierro. Todo esto hace de las castañas un alimento muy recomendable como complemento para dietas veganas, personas mayores y deportistas.

10- Beneficios externos. Las castañas también te aportarán beneficios en el cuidado de la piel (la mantienen fresca o hidratada) o del cuero cabelludo, además de ser útiles para tratar úlceras en la boca, por su alto contenido en vitamina B, o como antiinflamatorio.

Una advertencia: no confundas la castaña comestible con el fruto del castaño de indias que tanto abunda en calles y parques. Bajo ningún pretexto debes comerlo, ya que contiene en su interior un tóxico llamado esculina del que se extraen activos para cremas contra las hemorroides o las piernas cansadas.