Los amarres en los puertos deportivos son bastante caros y supone mucho dinero dejar los barcos en ellos en los meses en los que, quienes los usan como embarcaciones recreativas, no las van a utilizar. Y si no se quiere pagar el amarre ni se tiene un parking en el que poder dejar la embarcación, la cosa se complica y se llega a soluciones como la que había ideado un habitante de la localidad de Es Castell, en Menorca..., hasta que se le ha ido al traste.

Su ocurrencia había sido aparcar su barco en el balcón de su casa, un tercer piso del pueblo menorquín, algo que había dejado ojipláticos a sus vecinos, que se encontraron desde mediados de enero con una imagen extrañísima que ha generado muchos comentarios. Y también mucha preocupación, por el miedo a que la embarcación no estuviera bien sujeta y pudiera caer por el viento o incluso que el balcón no aguantara el peso del barco.

La grúa, con el barco a la altura del tercer piso.

La grúa, con el barco a la altura del tercer piso. David Arquimbau Sintes (Efe)

Ante las quejas de los vecinos. el Ayuntamiento de Es Castell ha estudiado el tema con sus técnicos de Urbanismo y un informe del arquitecto municipal ha obligado al dueño del barco a dar marcha atrás. Según el informe, una embarcación que descansa sobre un remolque en una vivienda a 10 metros de altura puede fallar, y más al estar situada en un balcón orientado al norte. El viento podría desplazarla hacia la barandilla, que tiene menor altura que el barco, lo que aumenta el peligro de caída a la vía pública. Además, el inmueble no tiene uso de almacenaje para una barca y en caso de lluvia la embarcación y su remolque podrían aumentar considerablemente su peso, incrementando el riesgo para la seguridad estructural del edificio.

El Consistorio notificó este martes a mediodía a su propietario que debía retirar el barco en un plazo de 24 horas, y el dueño cumplió el requirimiento en sólo unas horas con la ayuda de una grúa.

El dueño afirmó que subir el barco a su balcón le suponía 350 euros de ahorro, 70 por cada mes que lo tendría que tener amarrado sin usarlo y que además así podía repararlo tranquilamente en casa. Además, aseguraba que el peso es diez veces menor de lo que puede soportar la estructura del balcón y que antes de subirlo se informó y no encontró ninguna prohibición en la legislación.