En 2006 se estrenó una película protagonizada, entre otros, por Samuel L. Jackson y Elsa Pataky. Se llamaba Serpientes en el avión y su título ha estado a punto de hacerse realidad, cómo no, en Estados Unidos. Por fortuna los controles funcionaron, porque la serpiente que se iba a colar en una aeronave era nada menos que una boa constrictor, un tipo de serpiente no venenosa que mata a sus presas ahogándolas con la potencia de su cuerpo.

Un animal de 1,20 metros de longitud que una mujer intentó colar en su equipaje de mano, metida dentro de un bolso. Sucedió hace unos días en el Aeropuerto Internacional de Tampa, en Florida. Los Agentes de la Administración de Seguridad del Transporte (TSA) se llevaron la enorme sorpresa cuando ese bolsó pasó por la máquina de rayos x. Junto a un ordenador portátil, un cinturón y unas zapatillas se veía al reptil enroscado al fondo.

Inmediatamente, el personal del aeropuerto comunicó a la viajera que no podía entrar al avión con una boa en el equipaje de mano. Ella intentó hacerles cambiar de opinión, asegurando que Bartholomew (así se llamaba) era una “mascota de apoyo emocional”, aunque no lo consiguió. “Realmente no nos queda ninguna mascota por descubrir en una máquina de rayos X", afirmó la TSA en sus redes sociales.

Y lo dice con conocimiento de causa. Hace sólo unas semanas los controles descubrieron en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York un gato facturado en el equipaje de un hombre que dijo que él no era consciente de que estuviera allí, que era de su compañero de piso.