Novak Djokovic está decidido a cobrarse todas las facturas de este último año, las que dejó él mismo y las que le llegan desde fuera de su entorno, y apunta a su décimo título en el Abierto de Australia. Ayer solventó de forma tan autoritaria su duelo de cuartos de final ante Andrei Rublev como lo hizo en octavos ante Alex de Minaur, dos rivales jóvenes que no hicieron sufrir al serbio. 6-1, 6-2 y 6-4 fue el resultado ante el ruso ante el que Djokovic mostró una solidez impenetrable y una ambición indestructible que acabaron con la resistencia de Rublev.

“Siempre doy mi máximo, especialmente en los Grand Slams, porque a estas alturas son los torneos que más me importan, pero sí, podríamos decir que este año tengo un extra de motivación”, admitió el de Belgrado tras alcanzar sus décimas semifinales en Melbourne. Su próximo rival, al que nunca se ha enfrentado, será el estadounidense Tommy Paul, que venció a su compatriota Ben Shelton y disputará a sus 25 años sus primeras semifinales de un grande. Es el primer jugador de su país en llegar a la antesala del título en Australia desde que lo hiciera Andy Roddick en 2008: “Mi trabajo no ha acabado aún”.

La otra semifinal será entre Stefanos Tsitsipas y Karen Khachanov, dos jugadores que ya han derotado a Djokovic, pero en otras circunstancias. Ahora están en su terreno.