Solo una milésima. Eso fue lo que hizo que una gran carrera de Asier Martínez pasara a convertirse en un hito histórico para el atletismo vasco. Una milésima que le permitió superar en la línea de meta al francés Pascal Martinot-Lagarde. Una milésima que le convirtió en campeón de Europa. El atleta de Zizur continúa con su progresión meteórica. Cada gran campeonato, un nuevo logro y siempre sacando a relucir todo su talento a la hora de la verdad. Ese espíritu competitivo que le hizo primero ser finalista olímpico, luego medallista mundial y ahora le permite tocar la cima europea. Cuando era más necesario, corrió más rápido que nunca (13,14) y logró su mejor marca personal. En busca de arañar hasta la última milésima, esa que le dio su primer gran triunfo.

En esta final Martínez ya no era el tapado de las citas anteriores. Sus marcas le hacían estar entre los favoritos y las sensaciones mostradas en el campeonato también. Avanzó a las semifinales sin tener que correr por el ránking obtenido y allí logró el pase sin tener que forzar. Incluso se permitió el lujo de mirar para atrás ligeramente para asegurarse de que había ganado. En la final fue el último en salir en las presentaciones y los focos se centraron en él, un nuevo papel diferente a lo vivido hasta ahora, pero para nada le asustó.

Martínez tenía que confirmar ese favoritismo en el tartán. Su objetivo estaba ahí y todo el ruido exterior debía quedar fuera. Solo importaba hacer una carrera perfecta, esa que tenía en las piernas y que más de una vez ha sido capaz de sacar en las citas importantes. La salida fue buena y consiguió aguantar a todos sus rivales. No fue el más rápido, pero ya poco queda de aquel corredor que perdía demasiados metros en las primeras vallas. Lo que sí que se mantiene es ese golpe final, esas tres últimas vallas demoledoras. Las carreras de Martínez son de menos a más y esta final no fue una excepción. Fue superando rivales hasta colocarse en cabeza y solo le aguantó en el mano a mano Martinot-Lagarde. Los dos vivieron el desenlace pegados, cada paso un cambio de liderato y, al cruzar la meta, incertidumbre. El francés se sentía campeón y el de Zizur simplemente miraba a la pantalla. Entonces apareció su nombre en la pantalla. Asier Martínez, campeón de Europa.