LA carrera por el Goya a la mejor película nunca había estado tan reñida, ni las candidatas, tan respaldadas por la crítica y el público como este año con Cinco lobitos, Alcarrás, As bestas y Modelo 77, pero solo una se llevará el gran premio de la noche este sábado en Sevilla. Tres mujeres directoras –una de ellas novel, la bilbaina Alauda Ruiz de Azua– optan a la codiciada estatuilla, pero entre los profesionales del mundo del sector este año las quinielas de los posibles ganadores han pasado a un segundo plano. Más bien se preguntan cuánto tiempo va a transcurrir hasta que alguien saque a relucir durante la gala las denuncias de encerronas en habitaciones, tocamientos indeseados en rodajes, intimidaciones y abusos de poder que los actores y actrices han comenzado a sacar a la luz en las últimas semanas. La caja de los truenos se destapó en la posterior fiesta de los Premios Feroz, cuando la Asociación de Informadores Cinematográficos denunció dos presuntas agresiones sexuales. Hasta ahora, en la ceremonia de los Goya –terriblemente aburrida, en la que los premiados agradecen el galardón a sus padres, abuelos, tíos y demás de la familia– solo se han salvado los alegatos reivindicativos. Del No a la guerra al discurso de Candela Peña, reclamando trabajo para dar de comer a su hijo, la gala siempre ha sido un escenario en el que las proclamas y protestas han tenido voz. Esperemos que este año no defrauden.

mredondo@deia.eus