FEIJÓO ha salido decidido a despolitizarlo todo, desde el CIS, a RTVE pasando por el TC. De seguir así acabará despolitizándose él mismo, desdibujado en el baño de la moderación, apostando a distintas cartas y protagonizando el famoso cordón preventivo a Vox, aunque solo sea en espíritu. De aquella mítica foto en Colón que dio matarile a Casado y dibujó la hermandad de todas las derechas, hoy solo queda mucha sociedad civil y Abascal, claro, ya que del resto de partidos vimos a los segundos y hasta a los quintos, los irreductibles o irrelevantes, las Cayetanas o Ineses junto la eterna Esperanza, que no se lo pierde. Mismos lemas, distintas personas. Como si el PP estuviera ausente pero siempre presente, como Lady Di, con esta deserción que sitúa a Abascal en la razón de su “derechita cobarde” y donde solo figura él frente a unos socios ideológicos en la zona de confort que siempre otorga el perfil bajo. Cualquiera diría que de todas las derechas con las que nos encontramos hace tan solo unos años ahora solo quede una. Pero Feijóo no quiere politizarse, ni politizar nada, no sea que parezca que ha venido a hacer política, así sea en la instituciones o en los poderes del Estado, en cuyas mayorías conservadoras su partido siempre se sintió como en un spa. Feijóo se aleja del extremo y no pone la mano en el fuego por nada, presente en la masa social de la derecha y a la que no acaba de renunciar. ¿Solo puede quedar uno? Siguen pareciendo dos y hasta tres, aunque solo se vea al convocante.

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