POR si no había quedado clara la impopularidad del decreto sobre el ahorro energético, ha vuelto Ayuso a declarar a Madrid república independiente desde las siglas populares, haciendo suyo ese comportamiento desmandado que ahora, en lugar de clamar por la libertad de los madrileños para tomarse una caña, se va de escaparates. La historia se repite al igual que ocurrió con las restricciones del covid: decreto de Sánchez, Madrid protesta y amenaza con recurso ante el TC. La presidenta habla de “censura”, qué palabra tan fea, al igual que sucedió con “libertad”, qué bonito nombre tienes. Madrid no se apagará por decreto mientras el resto del país anda a oscuras, asumiendo las sanchadas, que ya son costumbre, por el bien común. Vox capitaliza a la Ayuso protestona y Feijóo, soy un rehén soy un señor, ya no sabe con qué enemigo batirse, si con Sánchez, con Ayuso o con el desgobierno si tocando el poder le tocará hacer lo mismo. Sánchez, en su zona de confort, observa cómo Ayuso hace el trabajo de orillar al nuevo PP hacia Abascal en medio del caos, la incomunicación y las faltas de consenso que reavivan a los insumisos nacionalistas desde el propio centro de la España de la sofoquina, mientras los nacionalistas periféricos asumen formales el pago de otra ronda de decretazos. ¿Qué hará el famoso desacople madrileño cuando las cosas se pongan peor? ¿Decidirán los tribunales, cuyos jueces siguen en funciones por el bloqueo del PP?

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