ÁS allá del respeto al fallo del tribunal, no puedo mostrar más que mi sorpresa y mi indignación por el frenesí misógino que se ha desatado en la red ante el caso de Johnny Depp contra su exmujer Amber Heard. La relación tóxica entre la pareja ha culminado en una mediática batalla legal, en la que se han ventilado los detalles más escabrosos de su matrimonio. Hace unos días, un jurado ha determinado que ambos eran responsables de haberse difamado mutuamente en la prensa, pero el conflicto ha dado una rotunda victoria a Depp. No solo por la suma de la indemnización para él (15 millones), y solo dos para Heard, sino porque el actor tampoco ha necesitado tener éxito en los tribunales para lograr que se desate una explosión de odio y burlas dirigida contra la actriz. Se ha producido un nivel de acoso a escala mundial dirigido a ella que eclipsa los ataques anteriores en las redes sociales. Pero el caso está teniendo muchas más secuelas, se ha convertido en un juicio clave que podría suponer un revés al #Metoo. Cuando Depp testificó, la etiqueta #MePoo - llamando caca al movimiento-, se disparó en internet. Lo que empezó siendo una batalla entre dos ex, ha acabado en una lucha antifeminista, que podría poner incluso en peligro que muchas mujeres sigan denunciando la violencia de género.

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