MALA imitación política de Shakira: No tuve necesidad de ver el programa que le brindaron para su desfogue revanchista. Hoy en día, basta y sobra Twitter para hacerse una idea casi milimétrica –y además, desde diversos puntos de vista– de lo que sale por la tele. En el caso de su parrapla, la coincidencia del respetable fue casi al cien por cien: no coló su papel de despechada ni su descubrimiento tardío de la luz. Tenemos memoria flaca, pero no tanto como para haber olvidado que hasta hace tres días usted no solo perteneció al partido que ahora acusa de ser una banda mafiosa, sino que siempre estuvo en primera línea de las prácticas que denuncia. Así que es tan culpable como sus recientes odiados enemigos.