SOBREACTUADO diputado: Bien sabe que lo aprecio en lo personal, pero, oígame, lo de anteayer fotografiándose bajo uno de los leones del Congreso con un esparadrapo en la boca sobrepasa la exageración para situarse entre lo patético, lo bochornoso y, desde luego, lo muy poco serio. Se comprende que en la política actual primen las venidas arriba aventadas en Twitter, pero su presunto gesto de dignidad no pasa de gansada para la galería. Le podría presentar a millones de personas aquí y en todo el mundo que pueden denunciar con infinitas razones más que usted su falta de libertad de expresión. Esa media sonrisa mirando a la cámara termina de retratar la frivolidad no exenta de egolatría de su acción. Nos conocemos desde hace un buen rato.