NO comerán píldoras saludables multicolor (escribo este adjetivo y salta, atrevida, a mi memoria aquella canción de la infancia que se tarareaba bajo la ingenua grosería de los 11 o 12 años de aquel entonces; esa que decía En un país multicolor, nació una vieja por error. Se le cayó el sujetador y se le vio la coliflor...) ni un bacalao al pilpil impreso en 3D... ¡Qué alivio para la gente del futuro, para nuestros sucesores! Seguirán, supongo, como hoy, comiendo por los ojos, dicha sea la metáfora, relamiéndose con lo que ven y disfrutando con los sentidos del gusto y el olfato. Nos hemos hartado de tanta ciencia ficción que incluso llegamos a creer que comer sería un mero ejercicio de supervivencia. ¡Horror de los horrores, vida mía!

¿Acaso es exagerado hablar de las sensaciones y los sentimientos ligados a la comida? El legendario Robuchon nos dijo que cuando una madre reparte el pan de las meriendas reparte amor. Cierren los ojos y traten de imaginarlo. ¿A que sí? Antes de dejar la alimentación en manos de robots sin corazón la terminaremos dejando en manos de la economía, que tiene un corazón interesado, al menos en la cesta de la compra que, ésa sí, se ha disparado como una nave espacial. ¿O acaso la dieta no es como una cuenta bancaria, donde cuando tomas decisiones buenas sobre la comida tienen el efecto de las buenas inversiones?

En la Sala BBK Kuna acaban de hacer un experimento sobre qué comeremos y el resultado suena apetitoso, por mucho que uno reconozca que la carne y el pescado son materias primas de primera necesidad en su paladar. Para averiguar qué y cómo comerán los habitantes del futuro han lanzado una experiencia innovadora en la que 21 ciudadanos y ciudadanas seleccionados a través de un sorteo cívico disfrutaron de una cena del mañana elaborada por los cocineros y cocineras de la Fundación Bisubi en la Escuela Superior de Hostelería de Artxanda. En la sobremesa de la cena les entrevistaron. Imaginan el restaurante del futuro vinculado a productos de kilómetro cero, con información sobre el origen y la huella de carbono de los alimentos, “saludable e inclusivo” haciendo más saludable, más respetuosa con el cuidado del medio ambiente y más inclusiva la gastronomía vasca. Menos carne y pescado, lo sé, pero ligándolo todo al placer. ¡Menos mal! l