UN viejo proverbio maorí deja una sentencia clarividente: ponte frente al sol y las sombras quedarán detrás de ti. Viene al caso recordarlo ahora, cuando los más agoreros miran al Athletic con recelo tras los tres últimos partidos de liga, un tiempo en el que los rojiblancos apenas han sumado dos puntos de los nueve posibles. Miran con recelo y con esa fea costumbre de los cobradores, de quienes pasan factura a la mínima al son del “ya lo decía yo”, como si fuesen descendientes de Nostradamus o pitonisos de baratija, de céntimos.

No quiere decirse con esto que el Athletic haya jugado como los ángeles en este mes de octubre que trae consigo un otoño complejo. No han sido partidos fáciles, ni lucidos, eso sí. Pero tampoco es necesario dictar sentencia por estos tres encuentros embarullados para los rojiblancos, quienes sin jugar mal del todo, acabaron confundiéndose en el camino. El Athletic que salió en tercera en Sevilla y que aceleró tarde sacó un empate; el Athletic que se enmarañó en la tela de araña de un equipo con oficio argentino como el Atlético de Madrid y que acabó lanzándose a la yugular y a punto estuvo y el Athletic que lanzó dentelladas al Getafe y que se relajó en las dos digestiones tras sendas ventajas. Fue justo eso, ¡uys! y peros.

¿Qué pensar? Es cierto que Sancet y, sobre todo, Muniain en un mes aciago para él (no encuentra camino ni salido del laberinto...) han bajado sus prestaciones y, por tanto, sus rendimientos. ¿Es hora de hurgar en el cajón del vestuario por ver si hay otras telas...? Quizás convenga un tiempo de reposo, un paso por el balneario para salir de ahí hecho un león.

Herrera, con aquella falta salvadora cuando el agua llegaba al cuello en Sevilla, y Raúl García, con su voracidad frente al Atlético y su remate certero en Getafe, presentan sus credenciales. No se pide la cabeza de nadie, válgame Dios. Es solo una constatación de que la realidad es terca y lleva un tiempito insistiendo. Veremos.

Pero ahí sigue el Athletic, entregado a la causa de los partidos valientes, le salga o no. Para que no porfíen los que ya lo decían. Mario Bendetti lo dijo con total claridad. Hay tres tipos de personas: las que se matan trabajando, las que debieran trabajar y las que debieran matarse. Dicho sea a la metáfora.