ÁS de seis millones y medio de ciudadanos y ciudadanas andaluces están citados hoy a las urnas en unas elecciones autonómicas cuya trascendencia -por diversas circunstancias- va más allá de los intereses de la propia comunidad, lo que no deja de ser significativo. Prácticamente todas las encuestas apuntan a que la derecha encabezada por el PP logrará la victoria por primera vez desde el acceso de Andalucía a la autonomía. Sería un hecho histórico, toda vez que el PSOE ha sido hegemónico en la región a lo largo de cuatro décadas. Es más, desde la reinstauración democrática los socialistas andaluces -con los históricos Felipe González y Alfonso Guerra a la cabeza- han representado un modelo y referente para gran parte de la izquierda en el Estado. La derecha, fuertemente movilizada en esta ocasión, busca mantener el gobierno que logró hace tres años y medio el líder del PP Juan Manuel Moreno Bonilla pese a no ser el partido más votado, gracias al acuerdo alcanzado con Ciudadanos y Vox. El hecho de que fuera el primer pacto firmado entre un partido democrático y la extrema derecha -algo insólito en Europa- ha marcado la legislatura de Moreno, que ha cedido sin rubor en varios aspectos de la habitual agenda ideológica de Vox en asuntos de igualdad e inmigración, entre otros. El adelanto electoral decretado por el presidente andaluz buscaba, precisamente y al igual que Ayuso en Madrid o Mañueco en Castilla y León, sacudirse esta presión de la extrema derecha y, con Ciudadanos en caída libre, hacerse con una mayoría absoluta que le permita gobernar en solitario. La campaña electoral no ha servido para clarificar la posición del PP respecto a la extrema derecha, pese a que Vox ha advertido, como ya hizo en Castilla y León, que no apoyará a Moreno si no entra en el Gobierno. Ello muestra que la llegada de Alberto Núñez Feijóo al liderazgo popular no ha roto la inercia de acercamiento a la extrema derecha. Al contrario, los acuerdos se van consolidando. El resultado electoral en Andalucía se entiende, así, como un punto de inflexión mirando al Gobierno del Estado. Una victoria amplia del PP, su actitud y gestión respecto a la extrema derecha y/o una debacle del PSOE podrían tener repercusiones en el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Ese es, al menos, el anhelo de Núñez Feijóo. l