RAS unos meses de escalada de precios motivada por la crisis energética y la invasión rusa de Ucrania, la anunciada subida de tipos en una década se confirma por parte del BCE que junto a la Reserva Federal de EE.UU (Fed) han acelerado sus movimientos para contener la histórica subida de precios. En un movimiento sorpresivo, EE.UU. elevó en 0,75 puntos los tipos para la contener la inflación desbocada respaldando abiertamente la subida a riesgo de provocar consecuencias en el empleo y, por ende, dibujar sin ambages un camino hacia la recesión económica. Por su parte, el BCE anunció un cambio de planes aunque sin hoja de ruta anunciada para evitar la brecha de la deuda en los países del sur de Europa como España o Italia y así calmar las tensiones. En contexto macroeconómico de medidas, el Eurogrupo debatió ayer sobre el instrumento antifragmentación propuesto por el BCE en medio de la inquietud de la propia UE, cuyo gobierno no desea verse reflejado ahora en la Europa de la crisis económica anterior que impuso los sacrificios en los citados países del Sur, con gran impacto, por ejemplo, en Grecia, para reducir la deuda y el déficit. En todo caso, ese instrumento anticrisis, anunciado por el BCE tras el anuncio de la subida de tipos y el fin de la compra de deuda, era a la vez previsible e inevitable y está concebido bajo un objetivo: hacer frente a la fragmentación de los costes de financiación de la deuda soberana de la zona euro que debiera, sin embargo, servir para no postergar las necesarias reformas, en el caso del Estado español, en lo referente al alto endeudamiento y a la falta de crecimiento económico. Con todo, la agresiva subida récord de tipos por parte de la Fed, añade presión a la deuda europea y marca el rumbo al BCE, ahora en la encrucijada de seguir subiendo tipos y a la vez proteger a los países más vulnerables en un contexto de presión inflacionista y cuya receta, según los anuncios de ambos organismos, pasa por endurecer rápido y con mayor firmeza la política monetaria para frenar su escalada y no repetir los errores del pasado donde en algunos Estados se homogeneizaron las fórmulas marcadas por la severidad. El mercado aprieta pero en todas las crisis lo que lo que realmente no soporta es la incertidumbre. Por ello, seguirá con toda seguridad en el futuro poniendo a prueba la determinación de los organismos reguladores.