A economía vasca está arrojando datos elocuentes que reafirman la percepción generalizada de que, pese a las muchas incertidumbres, la recuperación es una realidad incuestionable. La situación macroeconómica acumula catorce años de fuertes sacudidas que han convulsionado los mercados, las empresas e industrias y las economías familiares, con un gran impacto en el empleo. La durísima crisis financiera quebró de manera brusca el crecimiento, que no pudo empezar a recuperarse hasta años después, a finales de 2018. La posterior llegada de la pandemia frenó en seco la reactivación y cuando comenzaba a resurgir con importantes estímulos estatales y europeos, la guerra en Ucrania ha vuelto a provocar un fuerte impacto y un clima de incertidumbre. Pese a todo ello, los últimos datos invitan a pensar que, tal y como trasladó ayer el lehendakari, Iñigo Urkullu, en el Parlamento Vasco, "la recuperación y la salida de la crisis es un hecho" en Euskadi. Los datos son especialmente explícitos en este sentido. El récord de trabajadores afiliados a la Seguridad Social alcanzado en la CAV en pasado mes de mayo casi 14 años después, con 3.946 nuevos cotizantes, supone un nuevo hito al superar por primera vez la barrera de los 986.000 inscritos. Al mismo tiempo, el paro se redujo el pasado mes, alcanzando el desempleo su cifra más baja desde el inicio de la pandemia. En cuanto al PIB, Euskadi ha encadenado ya siete trimestres de crecimiento continuado desde el segundo trimestre de 2020, el periodo en el que sufrió un retroceso histórico a causa de la pandemia. Este crecimiento en lo que va de año, derivado en gran parte por el buen comportamiento de las exportaciones y la industria, junto al aumento del empleo, medido en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, son expresión de la indudable solidez de la economía vasca, de su tejido industrial y empresarial. Es en este escenario, no exento de incertidumbres máximo en un contexto internacional marcado por una guerra en Europa, en el que surgen proyectos que pueden marcar el devenir de las próximas décadas. El hub de descarbonización en el Puerto de Bilbao o el anuncio de inversión de 1.200 millones de Mercedes son el claro ejemplo que Euskadi, pese a ciertas visiones parciales, desenfocadas y partidistas de carácter catastrofista, mantiene vigor económico y social y atractivo inversor. l