OS más de tres meses que han transcurrido desde la invasión rusa de Ucrania y la cruenta guerra que está teniendo lugar sin que aún se pueda atisbar su final están teniendo efectos devastadores también en el terreno económico en toda Europa. El conflicto y la respuesta a la agresión liderada por Vladímir Putin por parte de Europa y Estados Unidos, con duras sanciones al régimen de Rusia y sus responsables, han puesto en evidencia el peligro, ignorado o desdeñado hasta ahora por Occidente, que supone la dependencia energética, en especial si su generación, producción y distribución depende, como es el caso, de regímenes totalitarios, inestables o con intereses desestabilizadores. Europa parece haber caído ahora en la cuenta de que su economía -y, por tanto, su desarrollo y bienestar- es dependiente de una energía (petróleo y gas, fundamentalmente, además de componentes y materias primas) proveniente del exterior, que no controla y que, además, es medioambientalmente nefasta y contradice su propio objetivo de emisión neutra a la atmósfera para 2050. Una combinación letal. En este complicado escenario, Euskadi ha optado con acierto por entender que la actual crisis debe ser reconvertida en oportunidad mediante la búsqueda de la generación de energía propia y limpia. La colocación ayer de la primera piedra del futuro hub de descarbonización en el Puerto de Bilbao es, en este sentido, la mejor prueba de una apuesta estratégica por la innovación tecnológica y la industria para la generación de energías verdes y que forma parte del denominado corredor vasco de hidrógeno. Las dos plantas que se construirán en Santurtzi (la de combustibles sintéticos para su uso en cualquier motor y/o vehículo actuales a partir de hidrógeno verde y la de generación de gas a partir de la valorización de residuos urbanos) sitúan a Euskadi en la vanguardia europea de la industria de eficiencia energética, la sostenibilidad y la lucha contra la emisión de CO2 a la atmósfera, y por tanto, contra el cambio climático. El hub de descarbonización, junto al resto de iniciativas en favor de la energía verde, es un hito que supone una apuesta pionera, ambiciosa y de futuro, fruto del liderazgo y las sinergias de la iniciativa público-privada dentro del ecosistema industrial vasco y con repercusión europea. Sin duda, un modelo a seguir en muchos otros ámbitos. l