EN la fila del súper se habla de Dani Alves. Chico y chica, de mediana edad, conversan sobre el presunto caso de violación del futbolista brasileño a una mujer en una discoteca de Barcelona. Y de cómo la víctima ha renunciado a la indemnización para que su testimonio tenga más validez. Evitar recibir dinero para no tener que soportar aquello de que, quizás, ella era eso lo que buscaba. La pasta. Vuelvo a lo mío y me leo el enésimo enredo de la ley del solo sí es sí. Y trato de imaginar qué piensa la víctima del caso Alves cuando lo escucha. A mí me daría rabia e impotencia. Y, también, algo de vergüenza, la verdad.