GOTADO. Los hoteles cuelgan este verano el cartel de "no hay billetes" y todo cuesta un riñón. Si pretende escaparse en la gran evasión, y hace turismo entre el 1 de julio y el 31 de agosto, aflojará el bolsillo sí o sí. Da igual si va a estar siete días colgado en la punta de una roca en Pirineos, u ocho noches a cubierto en Ibiza, los precios se han disparado. Si ya viaja en avión, olvídese de algo razonable. Las tarifas también andan por las nubes. Se combina la presión de la demanda, desatada tras el covid, y un sector por debajo del 2019. Y, no lo olvide, si encuentra un vuelo low cost es porque el aeropuerto está a ¡300 kilómetros! de su casa. Además, las aerolíneas han visto doblarse el valor del combustible, que es cerca de un tercio de sus costes. En tiempos de inflación, y con las familias asumiendo cada vez más gastos de energía, luz y alimentos, ¡quién diría que hay tortas para salir de casa! Poco importa que haya folletos-trampa que venden vertederos como paraísos. O paseos por la sabana donde se chupa más polvo que un robot aspirador. Ni siquiera que en algunas ofertas no salgan las cuentas. Irlanda 6 días, 4 noches. ¿Cómo? Tampoco que la tomadura de pelo sea evidente. Vietnam completo en dos semanas. No conozco Cantabria... ¿cómo voy a conocer Vietnam en 15 días? ¿Conclusión? Que parece que las vacaciones las hayan inventado para que tengamos ganas de volver a trabajar. l

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