Hasta ahora, la Quad ha sido en el escenario mundial la más patética versión diplomática del "quiero y no puedo". Pero el encumbramiento de China como gran potencia económica y ambiciosa gran protagonista política está transformando a Quad cada vez más en un "quiero y casi puedo".

Quad es la abreviatura en inglés de Quadrilateral Security Dialog (Diálogo Cuadrilateral de Seguridad), nombre adoptado en el 2007 -año de su creación- por la asociación de Australia, India, Japón y los EE.UU. para frenar el prepotente crecimiento chino. Y nació a iniciativa del Japón porque esta nación era la potencialmente más perjudicada por el auge comercial chino.

La idea y el interés eran tan japoneses que la Quad cayó en la inopia ya al año siguiente y fue uno más de los infinitos tratados inoperantes de la diplomacia internacional. Los EEUU aún no notaban la competencia que llevaba implícito el auge económico chino y tanto Australia como India creían todavía que el expansionismo chino no adquirirá aristas militares. Y Tokio, dejado en la estacada, también hizo un giro amistoso hacia Pekín.

Pero el jefe de Gobierno nipón del 2007 -Abé- acabó teniendo razón y hace pocas semanas han concluido en aguas del Pacífico unas grandes maniobras conjuntas de las escuadras de los cuatro países signatarios. Y para la opinión pública de esas naciones, el hecho habría pasado inadvertido de no haber sido por la airada reacción china que ha denunciado las maniobras como un acto intimidatorio.

Esta vez es Pekín quien exagera. Y no porque las maniobras conjuntas de cuatro grandes armadas no puedan (y hasta, quieran) intimidar, sino porque todavía le falta a la Quad la decisión y firme voluntad política para hacer de una exhibición militar un argumento político contundente.

Claro que lo que aún no es puede llegar a ser. Esto lo han formulado con toda crudeza círculos próximos al Almirantazgo estadounidense. Dijeron que hoy por hoy la Quad se parece muchísimo a la Triple Alianza (Francia, Gran Bretaña y la Rusia zarista) de finales del siglo XIX que quería evitar el ascenso económico y militar de la Alemania creada por Bismarck.

Ni la Triple Alianza, ni la Entente franco-británica (vago acuerdo marco de cooperación de Paris y Londres para la contención de Berlín) de la época lograron frenar el ascenso político y militar de Alemania, pero sí trazaron con toda claridad el camino de las alianzas que se establecerían durante la I Guerra Mundial.

A más de un siglo de distancia es evidente porque fracasaron tanto la Triple Alianza como la Entente : el ascenso de la nueva Alemania se debía a que gracias a la unificación bismarckiana, el potencial económico de la cincuentena de Estados teutónicos existentes antes de la unificación se incrementó espectacularmente. Y el incremento lo aprovechó Bismarck para ponerlo al servicio de las infinitas ambiciones de la monarquía prusiana, ahora ya alemana.

Esto era difícil de ver y prever a finales del XIX por falta de distancia focal política. Y también -y en no poca medida- porque habría obligado a las tres grandes potencias del momento a emprender unas reformas sociales y económicas impopulares a causa de los sacrificios que suponía.

La gran diferencia entre la Quad y la Triple Alianza es que la III Guerra Mundial parece improbable actualmente en tanto que la de 1914/18 resultaba inevitable a principios del siglo XX a causa de la inflexibilidad política de los dirigentes de la época y la nula conciencia de las dimensiones que iban a tener los conflictos bélicos del futuro.