Através de una selección de retratos pictóricos, Carlos del Amor ha diseccionado y mostrado las historias que le sugieren ciertas miradas que llegan desde lienzos con historia. El periodista de TVE está muy ligado al mundo de la cultura, sección en cuya dirección participa en la pública. Disfruta con todas las disciplinas artísticas, pero confiesa que para la televisión, la que se desarrolla en el mundo de los museos es la más agradecida. 

PERSONAL

Edad: 48 años.

Lugar de nacimiento: Murcia.

Trayectoria: Comenzó en TVE en el Centro Territorial de Murcia. En 2004 llegó a Madrid con una maleta llena de entusiasmo y pasión por contar historias. No se olvida de su lugar de origen, Murcia, y se acerca a su ciudad como mínimo una vez al mes porque echa de menos las pequeñas cosas, el mar, tan próximo, y las distancias reducidas que le permiten recorrer a pie una ciudad.

Libros: La vida a veces, El año sin verano, Confabulación, Emocionarte. La doble vida de los cuadros y Retratarte. Cuando cada mirada es una historia.

¿Podríamos decir que Retratarte es una segunda parte de Emocionarte?

¿Segunda parte? No, yo diría que es una consecuencia lógica. Emocionarte era el plano general, un paisaje mayor, y aquí el paisaje es la cara. Es esa luz que a todos nos acompaña. Es cerrar el plano que inicié en el libro anterior. En la tele muchas veces cierro plano y esta vez lo he hecho sobre los cuadros.

Cada cuadro es una historia, una mirada. ¿Esas miradas surgen de su imaginación o son fruto de la investigación?

Parten de la investigación, pero quiero que parezcan fruto de la imaginación. La primera parte parece una ficción, pero está muy anclada en los hechos. Si no sucedió como describo, tuvo que suceder de forma parecida. Si describo a alguien en un tono, sé que la vida es la que ha marcado ese tono. Y todo está basado en una vivencia de la persona retratada o del artista que la pinta. Digamos que Retratarte es fruto de una imaginación real.

Como periodista experto, ¿podría decir en qué momento cultural nos encontramos en este momento?

No lo sé; solo sé que la cultura sigue siendo la misma tabla de salvación de antes, quizá mayor. En mis tres primeros libros no se había producido una pandemia. A partir del cuarto, sí. En esa pandemia se demostró el valor de la cultura. Ante los momentos en los que hemos vivido en los dos últimos años, la gente buscaba cultura, que muchas veces ha sido tratada como un accesorio. Puede parecer que no es vital, pero tiene que serlo, y de hecho lo es. Tiene que haber estructuras y financiación para que los artistas puedan seguir desarrollándose en cualquier ámbito. No sé en qué momento exacto estamos. Digamos que sigue siendo igual de necesaria que antes.

"La cultura sigue siendo una tabla de salvación, algo vital”

Hay quien dice que las generaciones más jóvenes no consumen cultura, no leen periódicos, que el mundo de internet ha banalizado el ambiente cultural.

Tampoco creo que haya que echar la culpa a los jóvenes. A lo mejor consumen cultura de otra manera. Nosotros no podemos decir qué es cultura y qué no lo es. Hace treinta años a mí también me decían: Eso no es cultura. Lo que hay que hacer es inculcar los aspectos básicos de la cultura en el lugar en el que se debe inculcar, que son los colegios. Al final, educación y cultura son hermanas y se retroalimentan. Con unas políticas educativas y culturales potentes se pueden cambiar muchas cosas.

Desde hace siglos, al menos eso parece, hay una frase ligada con la cultura: Corren malos tiempos. No nos libramos de ella.

Y ahora menos. La cultura casi siempre es contacto y hemos estado privados de ese contacto. No hay nada más placentero que sentir que todo el mundo está en lo mismo saltando, cantando, gritando… El cine ahora es de nuevo un sitio muy seguro, pero antes estaba lleno y todos, cuando se apagaban las luces, miraban al mismo sitio y se olvidaban del móvil y de la vida exterior, luego de alguna forma estaban en contacto. La cultura vive del contacto y nos han privado de él durante un tiempo, pero estamos en vías de recuperación.

En el mundo de la escritura le conocimos escribiendo novela. ¿La ha abandonado?

Tampoco lo sé. Me sorprende cuando veo que ponen este libro en la sección de arte. Lo que sé es que cada retrato es una historia, una novela.

El periodista murciano Carlos del Amor.

El periodista murciano Carlos del Amor.

¿Dónde pondría usted su libro?

Es difícil de decir, pero cada capítulo lo he planteado como una mininovela. No siento que me haya alejado mucho del momento de partida, de la novela, no me ido de ese género. Sigo en él, pero de otra manera.

¿Es más difícil basarse solo en la imaginación que en elementos reales?

Depende. A lo mejor a un escritor que llevan quince novelas le pones a escribir de arte y le resulta complicadísimo. En mi caso es diferente, yo vivo con eso en mi día a día. Lo que hago en televisión tiene mucho que ver con lo que escribo. Cuento historias en la tele y ahora cuento historias en un libro. No diría que una cosa es más difícil que otra, va a depender de cada persona.

¿Qué ha supuesto en su vida La matemática del espejo?

La posibilidad de hacer retratos incomparables. No sé pintar, ya me gustaría, y me han dado la oportunidad de hacer una hora de televisión por capítulo, un oasis en el que solo se habla, nadie se grita, en el que no hay que saltar, solo conversar, charlar con tranquilidad. A mí eso me parece un acto de osadía y modernidad en los tiempos que corren. No hay nada más moderno que dos personas charlando cara a cara. Es un oasis que el poder de la palabra vuelva a televisión.

Sobre todo porque eran charlas y no entrevistas al uso.

Exacto. No eran entrevistas promocionales en plan vengo a venderte un libro o un disco. Eran charlas entre dos personas como si no hubiera una cámara. Ahí he aprendido mucho. He aprendido a no hablar demasiado, a no intervenir en demasía para que el invitado logre articular un buen relato.

¿Tiene en mente alguna nueva aventura literaria?

No, no, por Dios. Acaba de salir este y no tengo tiempo libre. Los periodistas que trabajamos en el día a día tenemos puesta la vista en la orilla del final del Telediario, y no podría mirar ahora mismo a una orilla más lejana, sería una angustia. Por el momento, no, ni idea ni proyecto.

En el ambiente se respira que la cultura en televisión es aburrida. No estará de acuerdo...

Por supuesto que no. Es que eso es mentira, lo dicen tres o cuatro y posiblemente no han visto un programa cultural en su vida. De todas formas, a todos los que nos rasgamos las vestiduras, yo el primero, demandando más espacios culturales, les invito a pulsar el número adecuado en el mando a distancia. El dedo tarda lo mismo en llegar al dos que al tres. Hay alguna cadena que está llena de contenidos culturales, pero se ven más otras. El espectador tiene un lugar al que acudir si quiere.

¿Buscamos disculpas?

Ja, ja, ja… Si los programas de música, libros o museos hicieran un 25% de audiencia, no te quepa la menor duda de que todas las cadenas estarían llenas de programas culturales. Pero la realidad es que no se dan cifras altas y hay una mayoría de espectadores que se van a otras ofertas.

"El arte, la pintura y los museos dan mucho juego en televisión”

¿Cuál es la disciplina que más le atrae dentro del espectro cultural?

No podría elegir. Es verdad que en televisión el arte, la pintura y los museos dan mucho juego. Hay unas imágenes bellísimas y hablas con gente que lo hace muy bien. El cine me encanta, suelo ir al festival de Donostia, a Cannes, a Venecia… 

¿Pero?

Para decir algo de una película que te interesa mucho tienes que negociar con quinientas personas para hablar al final tres minutos con una actriz, un actor o un director. Lo tienes que hacer rápido y con el cronómetro en marcha. El arte es más simple y lo tiene todo, es la belleza asomándose a la tele. 

¿Le apetece hacer más programas en televisión al margen de los informativos?

Estoy dispuesto. Ojalá. Mis jefes saben cuál es mi perfil y cuál es mi manera de trabajar. Estoy abierto a hacer programas que se salgan de los informativos.

Tiene familia, pareja y dos hijos, se mete a hacer libros, programas al margen de su labor diaria… ¿Cómo le da tiempo a hacer tantas cosas?

Eso digo yo. Quizá lo consiga sabiendo aprovechar el tiempo y parando cuando hay que parar. Hay días que son de sprint y otros en los que tienes que aminorar. Es importante saber parar, porque si no te vuelves loco. Intento aprovechar cada momento para dedicarme a una tarea y no a otra.

Estuvo en el 25 aniversario del Guggenheim, un museo que en sus inicios fue duramente criticado, muy cuestionado.

Le llamaban desde la casa del perro a la lata de sardinas. Se criticó el coste que iba a tener y muchas cosas más, pero el Guggenheim habla claro de la cultura como dinamizadora de una ciudad. Ha cambiado la fisonomía, el turismo de Bilbao. Creo que ahora poca gente dudará del Guggenheim y de lo que ha supuesto para Bilbao en particular y para la cultura en general. 

Además, mucha gente que no lo conocía de antes ha descubierto el Bellas Artes.

Que por cierto, es de una gran belleza. Ahí está mi gran amigo Miguel Zugaza. Conté con su complicidad para mi trabajo cuando estuvo en el Prado. Miguel es un sabio en el universo del arte.