Con Marc Márquez mermado, con Pol Espargaró incapaz de rodar en puestos cabeceros con la Honda, con las Ducati oficiales y las Suzuki embarcadas en la irregularidad, con un compañero llamado Franco Morbidelli que ocupa el decimoquinto puesto en el Mundial, la competencia del campeón, Fabio Quartararo, está representada por dos sujetos que corren a contra pronóstico: Enea Bastianini, un piloto de 24 años que maneja una Ducati del año pasado e integrado en un equipo que estuvo cerca de desaparecer, y Aleix Espargaró, que a sus 32 años ha encontrado la oportunidad de su vida en Aprilia, la fábrica con menor presupuesto de la parrilla, pero que ha puesto en pista la mejor moto de su historia.

La alternancia que vive MotoGP permite a Quartararo liderar el campeonato con solo una victoria y dos podios tras siete carreras. El francés se abraza al hábito de puntuar con una Yamaha que le trae por el camino de la amargura, como se vio en el Gran Premio de Francia, donde fue cuarto, incapaz de arrebatarle el podio a Aleix Espargaró y lejos del debate por el triunfo. Llegó a su garaje con la cabeza gacha y a su paso cerraron las puertas. Es líder del Mundial, aunque frustrado. Le Mans se antojaba como un circuito propicio antes de visitar Mugello o Barcelona, pistas caracterizadas por la velocidad, y no fue lo competitivo que hubiera deseado.

Ducati, sin embargo, rinde a las mil maravillas. La marca italiana tuvo hasta tres bazas para la victoria. Curiosamente venció Bastianini, el chico del equipo satélite. La Bestia crece a pasos agigantados con una moto anticuada pero que la exprime para imponerse a las oficiales. Jack Miller lideró las cuatro primeras vueltas. Francesco Bagnaia relevó al australiano para imponer el ritmo hasta que a siete vueltas del final, con tres Ducati en cabeza, Bastianini completó su remontada.

La Bestia necesitó dos intentos para afianzarse en la primera posiciónLa Bestia, porque Bagnaia contraatacó, resignado, incapaz de aceptar la superioridad de su compatriota. Y esto le condujo a una caída que lamentará aún más que ceder el primer puesto. Bagnaia venía de ganar en Jerez y la ambición le hizo sobrepasar los límites. “Traté de adelantarle para ponerle nervioso”, admitió Bastianini, que había desbrozado a su competencia. Era el día de La Bestia. El italiano rodaba dulce, elegante y solitario hacia la victoria, la tercera de la temporada. Ya está a 8 puntos de Quartararo y con la sensación de que posee opciones reales de título.

Miller terminó segundo, con Aleix Espargaró haciendo amagos de cazarle, pero sin llegar a consumar. El mayor de los Espargaró fue tercero, protegiéndose de un Quartararo que realizó una mala salida y se vio penalizado. El catalán está a solo 4 puntos del liderato de la general. Sigue haciendo historia para Aprilia con el tercer podio consecutivo de la marca. Aleix es otro invitado al sueño de campeón.

Marc Márquez se descolgó temprano de la lucha de cabeza. Se mostró alejado de su mejor versión. Terminó en la sexta plaza, beneficiado por las caídas de Álex Rins y Joan Mir, dos pilotos que cerraron del peor modo posible la semana del anuncio de Suzuki de abandonar MotoGP al término de la temporada. Ambos se antojaban posibles candidatos a la corona, pero están englobados en esa irregularidad que impera en la categoría reina, donde brillan las sorpresas.

“Tampoco me lo esperaba, porque era un fin de semana complicado con tres caídas. Me estaba costando”, confesó Bastianini, el único que ha repetido triunfo este año, un tipo que tiene las ideas claras, consciente de su potencial con una máquina desactualizada pero que desechó renovar cuando en los últimos test le ofrecieron piezas nuevas. En sus manos, la Ducati 2021 es dócil, nada queda de aquella máquina salvaje e indomable a la que se le atragantaban los cambios de dirección. Con el piloto de Rimini actúa como la seda, con una estética envidiable. A este paso, La Bestia