“Solo tenemos un problema: Max Verstappen”. De este modo se expresó el jefe del equipo Ferrari, Mattia Binotto, al ser preguntado por las necesidades que presentan sus monoplazas para lograr batir al piloto neerlandés de Red Bull. Y es que el Gran Premio de Italia brindó una nueva exhibición de Verstappen, que arrancó desde la séptima pintura por una penalización y terminó imponiéndose al poleman Charles Leclerc

Mad Max, que viaja de remontada en remontada, como si fuera imbatible, firmó así su undécimo triunfo de la temporada, el quinto consecutivo. A falta de seis carreras, está en disposición de batir los récords de trece victorias de Michael Schumacher en 2004 y de Sebastian Vettel en 2013; a la par, Red Bull está en condición de superar el récord de puntos en la clasificación del Mundial de Constructores. Gracias a estos números, Verstappen podría proclamarse campeón en la próxima cita, el Gran Premio de Singapur, donde reeditará el título si gana sin vuelta rápida y Leclerc es noveno o peor, o si vence con vuelta rápida y Leclerc es octavo o más retrasado. La única incertidumbre es cuándo llegará el título de Verstappen.

La carrera de Monza podría dejar el debate sobre si la estrategia de Ferrari con Leclerc fue la certera, pero lo incuestionable fue el ritmo de Verstappen, el más rápido sin lugar a dudas. “Max sigue siendo un poco más rápido que nosotros, quizás no en ritmo real, pero sí en degradación”, señaló Binotto, que restó importancia a la decisión adoptada con su piloto, que aparece a 116 puntos de distancia del líder.

Verstappen tardó una vuelta en ascender hasta la tercera posición; en el quinto giro, ya rodaba en segundo lugar, a 2,2 segundos del líder, Leclerc. Comenzaba la cacería.

Entonces, en la vuelta 12, la rotura de la unidad de potencia del Aston Martin de Vettel introdujo en la prueba un coche de seguridad virtual. Ferrari trató de aprovechar la situación para realizar el primer y a priori único cambio de neumáticos de Leclerc. Verstappen, entretanto, se mantuvo en la pista, con la fortuna de que la carrera se relanzó antes de que Leclerc abandonara el pit lane. “Eso hizo que no nos beneficiara la parada”, admitiría el monegasco.

La prontitud de la parada –cambio de compuesto blando a medio– convirtió la actuación de Leclerc en un ejercicio de supervivencia. Su ritmo decrecería con respecto a Verstappen, que paró 13 vueltas más tarde para pasar de las gomas blandas a las medias. El último tercio de la prueba se antojaba como un infierno para el monegasco.

Al completar Verstappen su pit stop, aparecía a 10 segundos de Leclerc. Restaban 28 vueltas. Pero en los siguientes nueve giros, Mad Max se aproximó a 5 segundos. Las cuentas salían para Red Bull. Ferrari reaccionó; decidió reconducir su plan. Llamó a Leclerc para completar una segunda parada y calzar blandos. Así, Verstappen se aislaba en cabeza con 19 segundos de margen. Quedaban a su vez 19 vueltas. 

En ese momento se demostró la superioridad de Verstappen, el problema de Ferrari. Pese a calzar gomas medias usadas Mad Max, Leclerc fue incapaz de reducir la desventaja con neumáticos blandos durante los diez siguientes giros. Esa fue la prueba de que el debate sobre la estrategia de Ferrari quizá no debiera existir; simplemente, Verstappen era más veloz, era demoledor.

No obstante, la Fórmula 1 en ocasiones es capaz de dibujar un nuevo escenario en un parpadeo: el coche de Daniel Ricciardo dijo basta para dar entrada a un safety car. Todo apuntaba a que la prueba se decidiría en una carrera al esprint.

Polémico final tras el 'safety car'

Sin embargo, la lentitud al extraer el monoplaza de la pista y la actitud conservadora de la organización, que no quiso relanzar la carrera pese a contar con al menos el margen de una vuelta para hacerlo, condujo a que el gran premio se decidiera con el coche de seguridad en pista, con Verstappen en cabeza aunque frustrado por una deslucida victoria que terminó con pitos de la grada y el resto de rivales igualmente decepcionados por no gozar de la oportunidad de mejorar posiciones. Polémica servida.

Es decir, sucedió lo contrario a lo acontecido en Abu Dhabi 2021, cuando se reanudó la carrera a falta de una sola vuelta para decidirse el título. “Me hubiera gustado terminar compitiendo”, lamentó Leclerc, segundo, que pese a sus ocho poles apenas es capaz de intimidar a Verstappen, quien habló sobre las bondades de su Red Bull, “un coche muy bueno y con una degradación óptima con todos los compuestos”. Precisamente esto último es el talón de Aquiles de Ferrari, capaz de batir a Sergio Pérez pero no a Verstappen, lo que destaca la destreza del neerlandés, el enemigo público de la parrilla.

George Russell fue tercero para sellar el séptimo podio del año. Carlos Sainz, mientras, acabó cuarto tras completar una brillante remontada desde la decimoctava posición de salida. Necesitó trece vueltas para alcanzar esa cuarta plaza. Lewis Hamilton, decimonoveno de partida, escaló hasta el quinto lugar. Fernando Alonso se vio obligado a abandonar en la vuelta 32 de las 53 pactadas por una fuga en el sistema hidráulico. La retirada puso fin a una racha de diez carreras consecutivas puntuando. El neerlandés Nyck De Vries, debutante en la F-1 a sus 27 años, aupó su Williams hasta la novena plaza; o lo que es lo mismo, en su estreno sumó 2 puntos y hasta la fecha los pilotos de Williams solo habían firmado 4. Por el excelente rendimiento fue elegido Piloto del Día.