La factura eléctrica o los carburantes no son los únicos capítulos que han sufrido una escalada de precios acusada en los últimos meses. También lo ha hecho la alimentación, especialmente en las últimas semanas, con productos que han llegado a incrementar su valor más de un 40%.

Los últimos datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan una variación respecto al pasado año del 10,1 % en alimentos y bebidas no alcohólicas. En el caso concreto de Navarra, este aumento generalizado de los precios en alimentación alcanza el 9,6 % y en Euskadi, el 9 %.

A este incremento contribuyen de forma decisiva la carne, el pan y los cereales (estos últimos y sus derivados han llegado al 13,7 % de subida), las legumbres y las hortalizas, la leche (13,2 %), el queso, los huevos (21,6 %) y los aceites y grasas (48,4 %), según los datos del INE del mes de mayo.

Más de la mitad de la subida anual de precios en productos alimenticios se ha producido en los últimos meses

Dicho escenario pone en jaque a las empresas pero, sobre todo, a las familias, cuya capacidad adquisitiva comienza a resentirse, especialmente en aquellas de menor renta. Un estudio elaborado por OCU, la Unión de Consumidores y Usuarios, señalaba el pasado mes de abril que, de mantenerse dichas subidas, la cesta de la compra podría encarecerse en 500 euros al año para una familia media.

La pérdida de poder adquisitivo se agrava

Atravesamos un momento de gran inflación. La previsión es que el dato de mayo sea del 8,7 %, según el INE. En abril, alcanzó el 8,3%.

Aumentan los precios, sobre todo de los carburantes y de la alimentación, pero no los salarios, al menos no en la misma proporción (el incremento salarial pactado en los convenios no llega al 2,5 %). Y esa presión se nota ya en el bolsillo de los consumidores, que no solo pagan el encarecimiento de los cereales o del aceite en su cesta de la compra, sino de la gasolina o la electricidad.

La tendencia al alza de los precios empuja a las familias más empobrecidas hacia su techo de gasto

Sin embargo, el mayor problema para el ciudadano medio es quizás la incertidumbre, esa que pone en duda una bajada a corto plazo de los productos básicos de alimentación, del gas, del carburante o de la luz. La subida de la inflación subyacente y la probabilidad de que las empresas (aquellas que no lo han hecho hasta ahora a costa de reducir su margen) comiencen a trasladar el sobrecoste de sus consumos al precio final parecen razones de peso.

Los motivos de la escalada en la alimentación

Por un lado, la tensión en Ucrania continúa y, con ella, la tendencia al alza del gas como efecto secundario de las sanciones a Rusia. También el precio del carburante sigue en alza: la gasolina tocaba de nuevo un máximo histórico en la primera semana de junio situándose en los 1,968 euros por litro. Y todo ello cuando el sistema económico no se ha recuperado íntegramente de las secuelas de la Covid-19.

Por otra parte, aún arrastramos las consecuencias de las interrupciones en la cadena de suministro y el desabastecimiento mundial de materias primas (que además han protagonizado un fuerte repunte del precio), ocasionados bien por las huelgas en el sector transporte, bien por el cuello de botella que se formó a finales del pasado año, cuando la demanda de productos comenzó a normalizarse tras lo más duro de la pandemia sanitaria. Desde entonces, el comercio internacional adolece la falta, por ejemplo, de contenedores marítimos.

Soportar la inflación continuada de productos de primera necesidad no es sencillo, menos aún para aquellas familias ya de por sí empobrecidas tras más de dos años de crisis sanitaria. De hecho, el PIB reflejó, durante el primer trimestre del año, un parón en el consumo de estas, limitando el crecimiento de la economía a un 0,3 % respecto al trimestre anterior.

Desde las Administraciones se insiste en que la segunda mitad de 2022 traerá consigo una relajación de los precios, a pesar incluso de que las tensiones geopolíticas continúen.

El menor gasto energético por la llegada del buen tiempo podría contribuir a ello, así como la estrategia impulsada por la Unión Europea para limitar la dependencia del exterior en este sentido. La normalización de la demanda de bienes y servicios como consecuenciade una menor incidencia del virus también podría sumar en la construcción de un horizonte más alentador para finales de este año.

VARIACIÓN INTERANUAL DE ALGUNOS ALIMENTOS

  • Otros aceites comestibles: 96,2%
  • Aceite de Oliva: 42,5%
  • Pastas alimenticias y cuscús: 25%
  • Harinas y otros cereales: 23,2%
  • Huevos: 21,6%
  • Salsas y condimentos: 15,2%
  • Leche entera: 14%
  • Leche desnatada: 13,8%
  • Arroz: 10,2%
  • Pan: 10,1%

Se sitúan entre el 10 y el 13 % de subidas los siguientes productos: carne de vacuno, carne de ovino y caprino, carne de ave, pescado fresco o refrigerado, yogur, mantequilla, frutas en conserva y productos a base de fruta, legumbres y hortalizas frescas o refrigeradas (excepto patatas y otros tubérculos), patatas chips, confituras, mermeladas y miel, alimentos para bebé, café, cacao y chocolate en polvo.*Datos del INE abril 2022.

UCRANIA, EL GRANERO DE EUROPA

En un sistema globalizado, las tensiones geopolíticas a un lado del planeta pueden desencadenar una escalada de precios sin precedentes e incluso amenazar el suministro alimentario en todo el mundo.

El conflicto de Ucrania ha puesto contra las cuerdas el abastecimiento de cereal y lo ha convertido en moneda de cambio. No en vano, Ucrania ocupa el quinto puesto en el ranking de grandes exportadores de trigo, el primero es Rusia.

Se estima que, actualmente, más de 25 millones de toneladas de grano (principalmente trigo, maíz y girasol) se encuentran bloqueadas en los puertos ucranianos, sin contar la superficie de cultivo que ha sido arrasada por la guerra.

De hecho, se trabaja en la apertura de corredores que permitan su salida a Europa y evitar así una crisis de abastecimiento global y hambruna para los más desfavorecidos.

Ucrania es, además, el principal productor de aceite vegetal en Europa, siendo responsable del 50 % de las exportaciones mundiales de aceite de girasol. Precisamente, el precio de este último, junto al de los cereales y alimentos derivados, protagoniza una de las subidas más fuertes de las últimas semanas según los datos del IPC.