El instituto vasco de Estadística Eustat ha valorado por primera vez el impacto de la economía sumergida en Euskadi, que supuso 6.214 millones de euros en 2020, lo que representa un 8,7% del PIB de ese año. Las actividades profesionales no declaradas son aquellas tareas productivas legales que se ocultan de manera intencionada –en parte o totalmente– a las autoridades públicas, generalmente para evitar el pago de impuestos o de cotizaciones a la seguridad social.

Al tratarse de la primera valoración oficial, no hay una base para comparar el dato con otros periodos. Cabe recordar que 2020 fue el año del confinamiento y del estado de alarma, un ejercicio complejo en el que se registró un caída histórica del 9,5% del PIB vasco. Pero también supuso un duro golpe para los trabajadores que cobran en dinero negro por la imposibilidad de desplazarse.

Lo que sí ha detallado Eustat son los principales focos de la economía sumergida. Por sectores, el sector en el que se estima un mayor volumen de economía sumergida es el sector de la Construcción, donde se ha estimado que supuso el 23,9% de su actividad en 2020. Por detrás, el sector que agrupa el Comercio (incluida la reparación de vehículos), la hostelería y el transporte, generó el 17,1% de su riqueza de forma oculta; en las actividades inmobiliarias, la economía sumergida aportó el 14,7% del total del VAB generado; en Otras actividades de servicios, el 14,1% del sector, y en las actividades profesionales, el 10,1%.