La OCDE es más pesimista que el Gobierno español, incluso después de la revisión a la baja de la semana pasada, sobre el crecimiento económico en 2023 y solo espera ahora una progresión del producto interior bruto (PIB) del 1,5%.

En su informe intermedio de Perspectivas Económicas publicado este lunes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) corrige así a la baja en siete décimas sus propias proyecciones que había hecho en junio para tener en cuenta un escenario global, y sobre todo europeo, más pesimista.

Ese 1,5%, que en cualquier estará netamente por encima del discreto aumento del 0,3% que se augura para el conjunto de la zona euro (sobre todo, por la recesión que se espera en Alemania) y del estancamiento de la economía británica, queda por debajo del “en torno al 2%” que dice esperar ahora el Gobierno, tras haber abandonado el 2,7 % de su último cuadro macroeconómico.

La organización, sin embargo, se muestra para 2022 más optimista que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que el pasado jueves redujo también sus expectativas a un crecimiento del 4% (en lugar del 4,3% de ese cuadro macroeconómico) y lo deja en el 4,4%.

Es decir, tres décimas mejor de lo que la OCDE había previsto en su anterior informe de Perspectivas Económicas en junio.

Pesa el coste de la energía

España es uno de los grandes países desarrollados en los que los costos energéticos más se han incrementado en términos relativos con la crisis actual.

Si en el periodo 2019-2021 esos costos ya eran particularmente elevados en el Estado (5% del PIB, frente a menos del 4% en Alemania, Francia, Reino Unido o Estados Unidos), en 2022 se han disparado y van a representar cerca del 11% del PIB.

Una cifra, es verdad, inferior a la de Italia (por encima del 13%) y a la de Japón (algo por debajo del 12%), pero superior a la de Francia y Alemania (ambas ligeramente inferiores al 10%), Reino Unido (8%) y, sobre todo, Estados Unidos (6%). Eso se debe a la gran dependencia que tiene la economía estatal de la energía, mayor que casi todos los otros países desarrollados, agravada ahora por la escalada de la cotización del petróleo y del gas, y que está afectando por eso más al conjunto de los precios, como queda visible al analizar la inflación.

Excluyendo el caso particular de Turquía, donde la inflación está desbocada (71% de subida previsto en 2022), España será este año con un 9,1% el país con la tasa más alta de los que forman parte a la vez de la OCDE y del G20, por encima del Reino Unido (8,8%), de Alemania (8,4%) o de Italia (7,8%), pero sobre todo de Estados Unidos (6,2%), Francia (5,9%) o Japón (2,2%).

La situación debería moderarse algo el año próximo, pero sin volver ni de lejos a la situación precrisis. La inflación prevista será del 5%, inferior entonces sí a la del conjunto de la zona euro que, como el Reino Unido va a seguir embarrada por el problema del aprovisionamiento energético.

Europa entraría en recesión

Advertencia por si falla el gas

Reducción del consumo. Muchos países europeos caerán en recesión en 2023 si hay problemas de aprovisionamiento de gas los próximos meses, un escenario que podría concretarse si no se consigue cumplir la reducción de consumo del 10% que ha fijado la UE, y sobre todo si el invierno es frío, advierte la OCDE. En su informe la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) explica que si el abastecimiento no logra cubrir las necesidades, las perturbaciones económicas se prolongarán hasta 2024 y tendrán impacto en todo el mundo. Incluso si no llega a producirse ese escenario negro, la organización ha tenido que revisar a la baja las proyecciones que hizo hace tres meses por el impacto de la guerra.