Para sus propios compañeros de profesión, Luisa Alli Turrillas es la mejor Directora de Comunicación del Estado español. La distinguieron en una votación por abrumadora mayoría. "Ahora el reto es tratar de revalidar el título", dice la responsable de trasladar a la sociedad la información de la multinacional sueca del mueble, un trabajo en el que no deja de aprender "porque la realidad es que se trata de una figura muy reciente en las compañías y todavía hay muchos aspectos que desarrollar".

¿Y era lo que quería ser cuando empezó la carrera en la Universidad de Navarra? Se ríe al responder que, evidentemente, no. "Como cualquiera que elegía periodismo, yo quería ser corresponsal, vivir en países lejanos, yo qué sé". Al final, donde acabó fue en Madrid. Y algo tuvo que ver su condición de hija de Juan Cruz Alli, por entonces presidente navarro, en una época complicada. "No era fácil en una ciudad tan pequeña, pero con el tiempo, guardo un gran recuerdo de aquella época en la que, siendo tan joven, tuve la oportunidad de conocer de cerca a personajes muy relevantes", confiesa.

Como no podía ser de otro modo, buena parte de la charla la ocupa la pandemia. Luisa Alli dice que todavía le queda el análisis de los aprendizajes y de los errores. En lo profesional, está contenta del trabajo hecho en Ikea junto al resto de los departamentos. Después de los primeros agobios, está satisfecha de haber conseguido "ser más ágiles, más transparentes, más honestos en la forma de comunicar a la plantilla y a la sociedad".

En cuanto a lo personal, el gran cambio que ha notado es el de la necesidad de mayor contacto físico con las personas queridas. "Yo, para ser de Pamplona, y mis padres también, ahora nos besamos y nos abrazamos mucho cada vez que nos vemos", reconoce. Ese reencuentro familiar se va a producir estos días, aunque será de nuevo sin Sanfermines, lo que le provoca una gran pena, "pero el año que viene volverá a haber fiestas. Yo ya ha reservado las vacaciones", asegura con su optimismo a prueba de bomba.