Los Boston Celtics vuelven a tener ventaja en las finales de la NBA. Los de Ime Udoka colocaron el 2-1 ante los Golden State Warriors tras imponerse en su cancha por 116-100 en un partido que solo se les complicó en el tercer cuarto. Los anfitriones, con Jaylen Brown brillante en el arranque (17 de sus 27 puntos, en los 12 minutos inaugurales), llegaron a dominar por 18 puntos (54-36) en el ecuador del segundo cuarto, soportaron la remontada de los de Steve Kerr, impulsados por Stephen Curry, en otro de sus magníficos arreones después de los descansos (82-83), pero los Celtics retomaron el control de la situación en el último acto (102-91) gracias a los triples de Marcus Smart y las acciones individuales de Jayson Tatum, de menos a más.

Tras igualar las finales con su victoria en el segundo encuentro, se esperaba a unos Warriors más compactos. Sin embargo, su arranque de partido en un TD Garden volcánico -los jugadores visitantes, que tuvieron que interrumpir el calentamiento porque un aro estaba más alto de lo normal, se quejaron de los insultos recibidos- fue demasiado timorato, permitiendo que el rival cogiera demasiado vuelo. Con Draymond Green demasiado desdibujado, la recuperación ofensiva de Klay Thompson (25 puntos) fue la única noticia positiva para los de Kerr. Boston sigue con mejores constantes vitales y tiene ante sí la posibilidad de colocar ante su afición un 3-1 que colocaría la final muy a su favor. Golden State necesita meter más madera en la caldera para reaccionar.