NADA nuevo bajo el sol, que dirían los clásicos de San Mamés, donde ayer se vivió uno de esos partidos pegajosos, uno de los de toda la vida: calor a raudales y el equipo que va de más a menos, como si a las ideas le afectasen las altas temperaturas. A estas alturas ya nadie duda que la grada de animación funciona a revientacalderas, que ese flamear de banderas levanta el vuelo del equipo y que canciones directas al corazón empujan al equipo hacia delante: son los encargados de calentar el partido y los ocupantes de ese territorio cien por cien apasionado han demostrado que conocen el oficio a las mil maravillas.

Saque de honor de las campeonas del Mundo y de Europa. Oskar M. Bernal

En los preámbulos se hablaba de un equipo invicto, de la buena mano de Valverde, de una defensa inquebrantable, de que este año se lucha por todo. Los más veteranos, eso sí, murmuraban por lo bajinis: sí, sí, pero hace calor. Han visto mucho fútbol así, muchas tardes en las que el Athletic es incapaz de aliviarse de esos pegajosos calores que, a las cuatro y cuarto de la tarde, aprietan de lo lindo. Dan fe de lo que les digo las jóvenes jugadoras rojiblancas Ane Elexpuru, Clara Pinedo, Maite Zubieta y Amaia Martínez quienes cinco minutos antes realizaron el saque de honor. Han sido campeonas de Europa y del mundo en las categorías más jóvenes del fútbol y San Mamés las aplaudió de lo lindo cuando el capitán, Iker Muniain, les acompañaba en sus minutos de gloria. Con el equipo invicto, un Espanyol en cuarentena y las sonrisas de esas cuatro promesas hechas realidad, ¿qué podía salir mal? Lo dicho antes, la intuición de los viejos: hace calor. Y algo de ello pasó en la segunda mitad del partido donde el Athletic fue quedándose sin ideas y sin energías, mientras el Espanyol perseveraba en su partido a la argentina, trabado y pegajoso también. Del cielo le llovió un balón a Braithwaite mientras Yeray y Vivian se cegaron con el sol. Caput!

El flamear de banderas recuerda a los viejos tiempos. Oskar M. Bernal