El Cabaret Chihuahua lleva diez años haciendo reír a los y las bilbainas sobre las tablas del Pabellón 6. El espacio creativo de la isla de Zorrotzaurre ha sido testigo mudo de las cerca de 220 funciones que el elenco de este musical, marcado por una ácida crítica social, ha representado. En estas, un grupo de personas fallecidas, que se han ‘reencarnado’ en catrinas pop – damas de la muerte mejicanas – como Freddie Mercury, Amy Winehouse, Monserrat Caballé e incluso Sabino Arana, tratan de frenar el desahucio de sus tumbas, prevista por dos banqueros sin escrúpulos. 

El gran éxito del Pabellón 6

Son muchas para una obra de teatro que se representa en los circuitos por los que nos movemos. Normalmente, si llegas a las 30, 40 o 50 ya se considera algo excepcional”, subraya Felipe Loza, su director. Afirma, además, que tanto él como el conjunto de los intérpretes que conforman el cabaret están encantados con su éxito. Y es que diez años después de su primera función continúa atrayendo a toda una marea de espectadores hasta la sala de teatro ribereña. Precisamente por ello, el elenco ha tomado la decisión de aplazar un fin de semana su despedida definitiva, inicialmente prevista para el próximo 7 de enero. “Hemos decidido que el próximo fin de semana, el del 15 de enero, se podrá. Y vamos a hacerlo, porque hay gente que si no se prorroga se va quedar sin verlo”, explica Loza. Contextualiza la decisión apuntando que las localidades para las otras fechas están virtualmente agotadas. De hecho, solo quedan unos pocos asientos disponibles para el día 6 de enero.

Una obra que nace al calor del 15M

Este éxito taquillero, no obstante, no ha sido suficiente para disuadir al director de la conveniencia de terminar la loca marcha fúnebre de las catrinas pop. “Creo que hay que cerrar los ciclos, y conviene empezar a pensar en otros espectáculos que tengan tanto atractivo como este. No sé si acertaremos o no, pero esa es la idea”, opina. El del Cabaret Chihuahua ha sido indiscutiblemente largo. Se concibió hace una década, – corría el año 2012 –,  en un contexto convulso en términos económicos y político-sociales. La obra refleja el clima de opinión de un tejido social vapuleado por los más acuciantes problemas derivados de la crisis financiera que estalló en 2008. “Decidimos hacer un cabaret porque, por un lado, es un juego lúdico de libertad y, por otro, porque es un género que desde sus orígenes tiene un claro interés por tratar asuntos sociales. En aquella época llegábamos de la terrible crisis del 2008 y había un movimiento social muy fuerte que era el 15M. Nos pareció que era un asunto que podíamos tratar en el en el Teatro. Ese fue el primer impulso. Después, para seguir jugando con el argumento, decidimos que iba a ser de ambiente mejicano y nos inspiramos en las catrinas de México, que son esos personajes que aparecen en el Día de Todos los Santos”, relata el dramaturgo. 

“Es que lo pasamos tan bien tanto dentro, es decir, en los ensayos y en el camerino, como fuera, en el escenario. Es increíble”

Ugaitz Alegría - Actor

Ugaitz Alegría lleva cerca de ocho años interpretando a una de esas catrinas. El actor vasco da vida a un señor que, después de su fallecimiento, decidió ser Sabino Arana para toda la eternidad. “Es un personaje muy, muy, muy vasco. Hay momentos en los que los demás hablan con acento mejicano. Y él se enfada, creando momentos cómicos”, describe el intérprete. El fundador del PNV, sin embargo, no es el único ‘catrino’ que encarna Alegría. También se pone en la piel de ‘brotherward’, uno de los dos banqueros – antagonistas de la trama – empecinado en embargar el cabaret. El actor afirma que le va a dar muchísima pena enterrar a ambos. Para siempre. “Es que lo pasamos tan bien tanto dentro, es decir, en los ensayos y en el camerino, como fuera, en el escenario. Es increíble”, asegura. 

Anécdotas surrealistas, nacimientos y crianzas entre bambalinas

Foto de familia instantes antes de salir a escena Borja Guerrero

A lo largo de los últimos ocho años, además de subirse al escenario en un sinfín de ocasiones, ha vivido momentos que rozan, o incluso superan, lo surrealista. “Solemos poner a disposición del público sombreros, tocados o chapelas para crear un ambiente festivo. Y hubo una temporada en la que también había unas gafas de payaso. De repente, mientras estábamos en el escenario, vimos a una señora con ellas – sentada en una localización de la segunda fila, donde la distinguían bien  – encima de las suyas, las de ver”, recuerda. Ver a la espectadora de esa guisa provocó que la risa hiciera acto de presencia entre el elenco del cabaret. “Fue muy surrealista y, claro, empezamos a pellizcarnos entre nosotros porque te entra la risa y no puedes parar”. Loza, director de Chihuahua, también rememora cómo en ocasiones, cuando la lluvia caía con fuerza, impactaba con estrépito en el techo de uralita de la otrora fábrica  reconvertida en sala de funciones. “Una vez tuvimos que parar porque no se oía nada. Otra se nos fue la luz… Ha pasado de todo”, afirma, risueño. Alegría también recuerda que varias de las actrices vivieron su embarazo, la lactancia de sus hijas y parte de la crianza sobre las tablas. Esto significa que, a efectos prácticos, los Chihuahua han sido testigo de los primeros años de varias niñas.  

 Cabaret Chihuahua: atado a la actualidad 10 años después

Marylin 'catrina' en acción Borja Guerrero

Todas estas anécdotas, chascarrillos y demás vivencias quedarán en el recuerdo de todas las personas que han formado parte de este espectáculo que, diez años después, no ha perdido un ápice de su vigencia. Según Loza, su mensaje – a favor de los reclamos sociales, en contra de la precariedad y la miseria – continúa siendo de rabiosa actualidad. “Está muy atado a la actualidad, que es lo más asombroso después de diez años. En una canción hay un verso que dice tres añitos de crisis y ahora decimos catorce añitos de crisis, sostiene. También opina que la problemática de los desahucios – nexo central de la trama – sigue atravesando la vida de muchas personas, pese a no tener la presencia mediática de hace una década. No obstante, lo que realmente quiere transmitir el Cabaret Chihuahua es que, pese a la adversidad, no hay extintor capaz de apagar las llamas de la vida y de la alegría. “Acabamos la función con una afirmación: la vida es un carnaval, ¡vamos a reír!", concluye el dramaturgo.