Picasso no solo admiraba al artista francés Georges Seurat (París, 1859-1891), sino quería devorarlo, poseerlo, tragárselo para comprobar su genio, quería hacerse con su proceso creativo, así que adquirió algunos de sus dibujos y los colgó en su propia casa. Lo mismo les pasó a otros artistas como Henri Moore, Van Gogh o Richard Serra, se sintieron atrapados por la genialidad del dibujante francés. Algunos de estos dibujos y otros más, hasta configurar una magnífica selección de 22 obras del pintor francés, uno de los fundadores del neoimpresionismo, cuelgan hasta el 6 de septiembre en las galerías del Guggenheim Bilbao.

Pero no lo hacen solos, sino en diálogo con otros de Richard Serra, del que los visitantes del Guggenheim tendrán la posibilidad de conocer una de sus facetas más desconocidas, pero no por ello, menos importante. "Esta exposición tiene una importancia especial para nosotros ya que está focalizada en la profesión artística de dos artistas tan importantes como Georges Seurat y Richard Serra. Hace solo unas semanas inaugurábamos una exposición de ámbito tan diferente como es la de Motion; poder tener ambas ahora en el museo pone de manifiesto no solo la versatilidad de este museo, sino también la riqueza y versatilidad de la programación. Estamos muy contentos de que los visitantes puedan encontrarse con una panorámica de la evolución de la historia del automóvil y su conexión con la de otras disciplinas como la escultura y la pintura, y una como esta, que es casi la antítesis de Motion en su dimensión pero no en su ambición", ha explicado Juan Ignacio Vidarte, director general del Guggenheim Bilbao, durante la presentación.

La muestra está comisariada por Lucía Agirre, curator del Guggenheim Bilbao y Judith Benhamou, comisaria independiente y crítica de arte. "Cuando fui a entrevistar hace años a Richard Serra me pidió que le acercara a la casa de un coleccionista porque quería ver unos dibujos de Seurat. Esta exposición surgió en el mismo momento en el que vi la expresión de la cara de Serra contemplando uno de aquellos dibujos, Atardecer. Gravelines. Nos dijo que era aquello lo que él quería hacer en su trabajo", confiesa Judith Benhamou.

Entonces, a la comisaria se le ocurrió confrontar la obra de uno con la del otro para ver "cómo confluye" un artista de finales del siglo XIX figurativo y con una corta carrera de 11 años, ya que murió joven de difteria con 31 años, con un creador "abstracto y conceptual" del siglo XX y XXI.

El dibujo llegó antes que la pintura a la vida de Seurat, al igual que a la de muchos otros artistas, pero, en su caso, fue una práctica que no abandonó a lo largo de su breve carrera y que solo en contadas ocasiones sirvió como punto de partida, en forma de boceto, para el desarrollo de sus pinturas.

Pero al igual que Serra, Seurat hizo hablar a los materiales. "La profundidad de sus negros engendra misterio. No se sabe si es de noche o de día, no se vislumbran las caras, solo las siluetas. A partir de 1882, Seurat se dedica casi únicamente al dibujo y genera un sistema nuevo para expresar volúmenes a través de las sombras y el color negro, con los que buscaba generar más un determinado ambiente o atmósfera que reflejar un paisaje concreto ", señala la comisaria.

En la mayoría de las ocasiones elige un papel francés hecho a mano, el Michallet, que se caracteriza por sus irregularidades, su textura pesada y sus ondulaciones o crestas, casi imperceptibles a la vista. La silueta humana y las sombras y claroscuros eran más importantes para Seurat que las caras u otras partes del cuerpo que reflejan la personalidad del personaje,

Entre las obras que se pueden ver en el Guggenheim, está Hombre recostado, Vagabundo, Paseo, Mujer de espaldas (en la que dibujó a su madre), Mujer con manguito, Dos payasos o Payaso y tres personajes, La vela blanca, La lampara o Atardecer. Gravelines, el dibujo que impresionó al propio Serra.

Serra

"En el caso de Serra, es lo mismo, elige un papel muy determinado y hace a través de crayon que sea el propio papel el que cree esas neblinas, esos blancos, esos oscuros, que el papel hable", según la curator Lucía Agirre.

En la exposición se pueden ver 81 de sus dibujos, obras de pequeño formato, un formato al que no estamos acostumbrados en este artista, "pero es el que mejor funciona con sus dibujos. No hay que perder la idea de esta serie - que lleva por título Ramble (recorrido)- y su obra tienen un origen procesual, porque Serra es el artista del proceso", asegura Lucía Agirre.

"Es un recorrido, un deambular. No hay una sola obra de esta serie que tenga las mismas dimensiones que otra, Serra ha trabajado con un papel japonés hecho a mano, que en cierta manera va dictando cómo va actuando sobre él".

Lucía Agirre ha explicado también que ha sido complicadísimo conseguir los 22 Seurats para la exposición porque produjo poco más de 200 dibujos. "Además, con el covid muchas instituciones han frenado sus préstamos y, al ser obras tan frágiles, se han mostrado sus dibujos en algunas exposiciones y estos tienen que volver a los almacenes".

Lucía Agirre ha comentado que Serra se ha volcado en el proyecto. "Tenemos una relación muy especial con él y el hecho de que sea nuestro 25 aniversario ha querido estar aquí presente y participar".