Del café bar Jardines, en el chaflán con Mazarredo, se dijo que fue uno de los primeros locales de Bilbao que lució terraza, desafiando a las inclemencias del tiempo que por aquel entonces era puro Cantábrico o, por decirlo a la manera del capitán Haddock, amigo íntimo de Tintín, ¡rayos y centellas!. Se dijo también que su café era extraordinario –y decir eso en Bilbao era todo un logro en aquellos años, cuando a ciertas cafeterías de cafés Legarreta las llamábamos degustaciones o, casi en familia, degus...– y que los picantones, aquellos sandwiches con una salsa secreta, eran manjar de dioses. Cerró.

De la cafetería Scala, un templo de la calle Ercilla donde se servía, a gusto del consumidor, cafés negros como el infierno o suaves y cremosos como las nubes y hace muchos años ya unos suculentos batidos de vainilla, se dijo que José Santamaría era el rey y señor de la fortaleza al atribuirle los poderes de preparar “el mejor café de Bilbao”. ¿Cerró?

De la calle Correo, una de las desembocaduras del Casco Viejo más caudalosas a los mares del Arenal, se dijo que era casi indestructible. Es probable pero también tenía sus peligros. Por ejemplo allí mismo, en el hostal Maroño, falleció León Salvador. ¿Cómo? ¿Que no le conocen, que no les suena? Fue coronado como el mayor charlatán de todos los tiempos. A León Salvador, que sólo temía de Bilbao “el agua inoportuna”, le mató la vida una soleada tarde de agosto. Había montado ya su tabladillo mercantil en las calzadas de Mallona, cuando el rey de los charlatanes ambulantes ensayó definitivamente su adiós a este pícaro mundo. Era 1949. Total, que se puso de muerte el hombre y lo llevaron al Hostal Maroño. Allí se rindió y su funeral fue todo un acontecimiento en la villa.

A partir de su trazado urbanístico en el siglo XV y hasta mediados del siglo XVIII, se conoció como Calle de Santiago y en 1821 el servicio de Correos Nacional se estableció en ese mismo Camino de Santiago. Antes había mantenido su correspondencia el Consulado de Bilbao en esa misma zona y en conmemoración de tan importantes acontecimientos, se dio la denominación de Correo a la dicha calle.

En Correos sobrevivieron dos o tres comercios de referencia en Bilbao: Calzados La Palma, con vida desde 1927 a 2016, casi noventa años; el negocio de tejidos Rafael Matías, que dejó libre en diciembre de 2021 la planta baja de la Casa Palacio de Allende Salazar, donde permaneció 64 años y la Confitería de Santiaguito, inaugurada en la calle Correo el 11 de octubre de 1904, con sus célebres caramelos de malvavisco. Ya no quedan ninguno de los tres.

¿A cuento de qué viene entonces su recuerdo? ¿Un rapto de nostalgia, acaso? Sí y no. Porque es el ayer el que se aferra al hoy de una u otra manera. El café Jardines, por ejemplo, acaba de reabrirse bajo el nombre de Jardines Berria. Es bien distinto a su antecesor. Impera el color verde que encaja con los Jardines de Albia a los que se asoma, con los colores de los montes que lo rodean, con la esperanza.

El corazón del proyecto Jardines Berria es su sala. El color verde combina con el ladrillo y la piedra natural en las paredes, la tapicería de los taburetes y una iluminación cálida convierten este espacio en un lugar acogedor. La terraza es uno de los puntos de atracción. Cuenta con iluminación y calefacción para los días de frío. Gracias a su decoración floral, está integrada en el entorno natural. La cocina, según atestiguan quienes la han probado, vuela alto. Todo respira modernidad.

Los nuevos propietarios del inmueble que albergó viviendas y la legendaria zapatería decidieron abrir un nuevo hotel, el Bilder Boutique Hotel, y para ello sometieron el edificio a una profunda reforma que se ha prolongado a lo largo de 18 meses. Durante las obras no faltaron quienes aún recordaban el globo que les regalaban en La Palma a los niños que entraban a comprarse zapatos. Es todo un guiño al viejo comercio el detalle de dejar a la vista el cartel que identificaba a La Palma en la cafetería con aire dandy cosmopolita. No quieren que fallezca por olvido. Unos metros más adelante se encontraba, ¿recuerdan?, el negocio de tejidos Rafael Matías, que dejó libre en diciembre de 2021 la planta baja de la Casa Palacio de Allende Salazar, en la propia calle Correo, donde ha permanecido 64 años. El local, al que ya se le está realizando también una rehabilitación integral, dará cabida a un hotel de cuatro estrellas. Room007, principal operador estatal de hostels. La idea es impulsar la recuperación de un local boutique en pleno corazón de aquella zona histórica. Hay quien asegura que también habrá un recuerdo para la tienda de telas.

Alba Granados y Ana Bardanca, directoras del Bilder Boutique Hotel del Casco Viejo de Bilbao OSKAR M. BERNAL

Sube el viajero hacia Indautxu para detenerse en la calle Ercilla, donde la cafetería Scala vivió años de gloria con unos desayunos de infarto –¿cómo olvidar a sus tostadas y curasanes a la plancha, espolvoreadas con azúcar glasse?...– y un café que se hizo leyenda. Hace no mucho se corrió la voz de que el Scala estaba moribundo, con su decoración de los años setenta –un aire art decó, espejos y piezas de latón dorado y formas psicodélicas lo definen...– y sus camareros de pajarita. Hoy se mantiene en pie con algunas transformaciones en la oferta –una larga barra atestada de pintxos acristalados es la principal novedad...– y sin cambio de imagen. Bilbao sigue arremolinándose desde primera hora de la mañana en la barra. Ahí se mantiene, en pie como un viejo figurante, a saber hasta cuando. Pero ahí sigue. Con su ayer a cuestas.