EL ambiente de Pabellón 6 cambia en un instante. Todo es luz del sol que entra en diagonal desde el parque de la Ribera de Deusto. Charlas de café moderno en torno a mesitas bajas de madera reutilizada. Lucen una flor rosa o blanca en el centro. El elenco pasa entre las mesas, saluda, pide un vaso de agua. Se les puede tocar.

Miren, Jacinta y Águeda Arteagoitia con Susana Díez, encantadas de poder ver la obra en la que participa Alfonso Díez.

De repente, todo cambia. Kike Gago, actor, técnico y bueno para todo, baja el portón del sol. La luz queda fuera. El teatro derroca al astro rey. Candilejas. Ya nadie se encuentra en un bar sino tras las bambalinas de un escenario. Se hace el silencio. Casi religioso. Por megafonía advierten que conviene apagar los móviles. La concurrencia ya ha tomado sus asientos. Desde la platea en pendiente no ven a la actriz y los actores que destensan los músculos, se abrazan, se concentran tras los telones.

Irati Trespaderne, Eider Etxezarraga y Maider Amondarain se acercaron desde Usansolo siguiendo la recomendación de una amiga.

En el centro del escenario, entre la tierra pisada, emerge el tocón de un árbol serrado. A ese punto se dirigen Irene Bau, Yeray Vázquez y Alfonso Díez. Sentados o de rodillas, golpean el tocón como si se tratara de un tambor. Música de percusión, palmadas. Hace su aparición en escena Unai Izquierdo, intérprete y también autor de la dramaturgia. “Esta es la historia de una persona cualquiera nacida en 1910 y que se dejó la piel y las uñas tratando de vivir”. Comienza la magia. Nadie recuerda al sol que tanto mandaba hace un instante. Como mucho, imaginan el sol de Orihuela, allá al sur de Alicante, donde Miguel Hernández pastoreaba sus cabras buscando la sombra de los algarrobos entre el chirrido de las cigarras.

Karmele Garaialde, Arantza Azpiazu y Pilar Vázquez acudieron desde Zeberio a ver la obra de teatro.

“Ese árbol cortado en el centro de la escenagrafía tiene relación con el propio Miguel Hernández, al que segaron la vida cuando aún era muy joven”, explica el director de la obra Gorka Martín.

Richard Rojo, Kepa Gumucio, Iñigo Gómez y Ane Fernández se encontraron con más conocidos en la sala.

Tras la representación se celebró un coloquio en el que tomaron parte los integrantes de la compañía, el propio Martín y el público. ¿Se imaginan eso en una gran sala? La cercanía y la disposición del elenco permiten ese tipo de experiencias en Pabellón 6. Algo positivo para los artistas y único para el público.

Disfrutaron de la función de ayer y del posterior coloquio Miren, Jacinta y Águeda Arteagoitia, encantadoras las tres, que asistieron en compañía de Susana Díez, nada menos que la creadora del espacio escénico de la propia obra junto con María Casanueva. Las jóvenes Irati Trespaderne, Eider Etxeazarraga y Maider Amondarain se acercaron hasta Bilbao “haciendo caso a la recomendación de una amiga”. Y se mostraban encantadas con lo que encontraron en Pabellón 6.

De un poco más lejos, Zeberio, llegaron tres amigas que se reconocieron amantes del teatro: Pilar Vázquez, Arantza Azpiazu y Karmele Gaiaralde. Tropezaron con el ambientazo de la fiestas de la Ribera de Deusto, al otro lado del callejón, y valoraban seriamente quedarse en la zona tras la representación.

También acudieron Marina Merino, Mari Luz y Marta González, Peio Aranda, Laura Franco, Javier Elezkano, María Luisa Mendizabal, Rafa Oribe, José Mari Larrañaga, Álex Gibaja, Amaia Iriondo, Edurne Gárate, Aránzazu y Laura Gómez Cambronero, Eneko Ortiz, Enrique Sotomayor, Patricia Molera, Richard Rojo, Ane Fernández, Iñigo Gómez, Kepa Gumucio, Josu Calvo o Inma Taboada.

A la mayoría les sirvió una cerveza y una sonrisa Cecile Marquette, seguramente una de las camareras más amable del mundo.

Las últimas funciones de Miguel Hernández que estás en los cielos serán hoy sábado y mañana domingo. Del 21 al 25 de julio tomará la sala Luces de bohemia en versión de Ramón Barea y, posteriormente, el musical bufo El trepa de palacio.

Pabellón 6 explica hoy la identidad del nuevo Bilbao. Como la explicaban en su día los vecinos talleres de forja o estampación.