Erre que erre, el artista muskiztarra Fernando Garay vuelve a sus esencias pictóricas transformadoras, en las que la realidad evidente está llena de pequeños detalles que conforman un todo amalgamado, con una nueva entrega que puede disfrutarse en el atrio del Ayuntamiento de Muskiz donde se desparrama la exposición Entre el blanco y el negroEntre el blanco y el negrohay 60 tonalidadesUn nuevo capitulo transgresor de este pintor autodidacta donde cada lienzo, a modo de Dazibao -sus lienzos no tienen marco si no que son desplegables-, exige del espectador una mirada pausada y reflexiva.

No en vano la nueva obra de Fernando Garay, visitable hasta el próximo 1 de julio, no admite prisas so riesgo de que el espectador pueda perderse un universo metafísico donde la contextualización es en sí misma un valor destacable. Sin esa premisa uno puede perderse el lujo expresivo que supone ver a un García Lorca, de cuerpo entero y sonriente, sumergido entre retazos -a modo de bambalina- de imágenes de la fratricida guerra civil que sesgó su vida junto a figuras literarias del 27 como Gabriel Aresti, Guillén, Dalí o Miguel Hernández. O que decir de un barbado Valle Inclán al que a través de una concha peregrina proclama su galleguismo como hijo irredento de Santiago de Compostela, una ciudad que le sirvió de inspiración y en la que en su último año de vida pasó mucho tiempo en sus cafés y paseando por sus calles. Paco de Lucía, Gandhi. Samuel Beckett, pero también personajes anónimos -imprescindible observar a sus nietas en los ojos de un clochard- o bailarinas de ballet rodeadas de huevos que recuerdan, expresan, según Garay la fragilidad de un arte que exige una gran dedicación y "que puede romperse fácilmente", apunta este antiguo trabajador de la planta alavesa de Tubos Reunidos.

Curiosidad

"Mi objetivo fundamental es agarrar y que el espectador se detenga a preguntar. Ese es mi objetivo, que se detenga preguntar ¿oye por qué ha hecho eso o aquello, aquí, allí o ha puesto tal cosa?. Que se detenga a verlo, que no pase a lo largo. Llevo 40 años exponiendo y ver a la gente recoger al crío de kárate o ballet y le echa una ojeada a las obras y ni pregunta ni nada, a mí eso, esa falta de curiosidad me parece un poco ofensivo. El ser humano es curioso, pues pregunta, sin más". Una pregunta de difícil respuesta es por qué una imagen de Carlos III aparece rodeado de varios personajes de Las Meninas de Velázquez y en su pecho luce un medallón con el inconfundible rostro del famoso Beattle, John Lennon.