El edificio de la clínica de Zorrotzaurre del IMQ tiene crecederas, está en plena fase de desarrollo. Una ampliación en marcha que está generando una tercera planta en el módulo alargado con el que se van a ganar casi 4.000 metros cuadrados para la atención sanitaria y que implicará una reorganización de buena parte del resto de plantas y servicios del edificio que se asoma al canal de Deusto. En total, el hospital generará un tercio más del espacio asistencial que ofrece en la actualidad.

La nueva planta es el equivalente a dos del módulo principal.

Este estirón de la clínica vendrá acompañado además de la creación de un nuevo espacio para atender la práctica totalidad de las consultas externas, el cual se habilitará en la planta baja y en la -1 del nuevo edificio de viviendas que ha empezado a construir la sociedad publica, Visesa, al otro lado de la clínica, tras cruzar la calle Julio Urquijo.

Un proceso que va a discurrir en paralelo los próximos dos años con el objetivo de que “para el primer trimestre de 2025 contar con toda la infraestructura sanitaria propia que necesitamos para 20 años más”, explica a DEIA Jorge Díez, director de empresas participadas y servicios generales de Grupo IMQ. Fue en marzo de 2021 cuando el grupo aprobó la ampliación de la clínica tras analizar las necesidades que se iban a plantear en las décadas futuras y el plan financiero para abordarlo, que supondrá al final un desembolso de 25 millones de euros.

Objetivo: centralizar servicios

El objetivo era, y es, centralizar en un único lugar los servicios a nivel hospitalario en Bizkaia trasladando también al buque insignia de Zorrotzaurre la actividad presente en la clínica de la Virgen Blanca, también propiedad del Igualatorio Médico Quirúrgico.

Lo primero fue acometer el reforzamiento de la estructura del edificio sobre el que se está levantando el añadido arquitectónico. Un trabajo iniciado en noviembre de 2021 y que se ha desarrollado durante casi un año. Culminada esta primera fase esencial se asumió la construcción de la estructura del nuevo nivel, labor iniciada en octubre pasado y que está previsto finalizar en julio.

Desde la calle ya se pueden ver erguidos los 63 pilares que conformarán parte de las tres fachadas de la ampliación y las 47 columnas de acero interiores que aguantarán las vigas y techumbre de la nueva tercera planta del módulo alargado.

Este nivel está siendo levantado sobre las instalaciones actuales que sirven a las plantas inferiores y es un añadido que va a ser totalmente funcional. “En el exterior no se va a notar, va a ser una planta más ya que incluso la pintura de la fachada será igual a la del resto”, desvela Jorge Díez.

Queda por delante luego el siguiente contrato, el que permitirá habilitar la distribución interna tanto de los espacios de la nueva altura como del resto de plantas que serán afectada por la mudanza interna.

En el espacio de nuevo cuño se habilitarán las habitaciones para acoger 39 camas más de hospitalización hasta alcanzar las 200 en total en la clínica. Así mismo, albergará una nueva unidad de endoscopia especifica para digestivo y una pequeña parte mantendrá 30 espacios para consultas externas que tiene más relación con el ámbito quirúrgico como son cirugía general, ginecología y urología. Al liberar espacio con el traslado de servicios la primera planta quedará especializada como bloque quirúrgico al añadírsele seis nuevas salas de operaciones a las cinco en servicio y un hospital de día para los postoperatorios de los pacientes.

También se verá afectada la planta a nivel de calle que sumará una nueva unidad de observación de urgencias y las plantas subterráneas incorporarán ampliaciones de zonas de esterilización, farmacia y áreas de almacén. Estas últimas sumarán 1.000 metros cuadrados nuevos, lo que supondrá incluso la desaparición de varias parcelas de garaje.

Todos estos movimientos, sin duda, “van a tener un impacto entre los usuarios porque nos metemos dentro de la clínica a actuar y todo compaginando las obras con la actividad diaria hospitalaria”.

Jorge Díez indica como “el proyecto de ampliación de la clínica va a asociado a los locales del edificio contiguo ya que mucha de la estructura que tenemos ahora en la clínica tiene que ir fuera para poder dar cabida a las ampliaciones de las unidades quirúrgicas previstas”. Ademas añade que “al sacarse fuera la gran mayoría de las área de consultas, nos permite cumplir con lo que nos ha enseñado la pandemia, separar el circuito ambulatorio del hospitalario para que no haya contaminación entre los pacientes”.

Los trabajos de creación de la nueva zona para despachos de atención a los pacientes no se podrá acometer hasta que Visesa haya concluido el edificio residencial, que ahora mismo está en proceso de cimentación, y se le otorgue la cédula de habitabilidad. “En las dos plantas se acomodarán todas las consultas médicas que saldrán de la clínica más las que se incorporen procedentes de la Virgen Blanca”, resume el responsable.

En presupuesto

Sobre si las obras en marcha se han visto afectadas por la oleada de incrementos presupuestarios que vive el sector de la construcción con motivo del aumentos de los materiales y la mano de obra, el responsable del IMQ asegura que, de momento, han esquivado el envite. “Vamos en línea al presupuesto, puede haber algún replanteo pero no relevante sobre el importe total del proyecto”. Concreta que ello es debido a que “hemos amarrado bastante bien el proyecto de ejecución con la modalidad de llave en mano y no nos está causando problemas, de momento, ya que licitamos en marzo de 2022 con la guerra de Ucrania recién empezada”. Los trabajos están siendo ejecutados por la constructora Amenabar que “cuenta con solidez económica”, asegura.

Con esta gran intervención, Díez especifica que “queda asegurado el modelo IMQ, el de invertir en Euskadi porque somos una compañía de seguros médicos que ha apostado por crecer en infraestructura propia y aportar una prestación de servicios que nos da un valor diferencial”.