El abadiñarra Aitor Urien solo tiene treinta años y ya lleva más de una década dedicándose con su pareja Izarne a la quesería que puso en marcha en el caserío Anbe del barrio Sagasta. Cuarta generación familiar, el producto que elabora nace de la leche de las 350 ovejas que cuida y mima a diario en la explotación. Mañana, 3 de febrero, una docena de sus ejemplares estarán expuestos en la tradicional y multitudinaria feria de San Blas. Convertido en uno de los certámenes agrícolas y ganaderos más importantes de Euskadi, para muchos productores y ganaderos la cita está marcada en rojo en el calendario. “Abadiño siempre es muy buen escaparate y me gusta estar. Es verdad que queso no traigo porque para la primera semana de diciembre suelo tener todo vendido. Mañana viernes iré a exponer ocho ovejas y cuatro carneros con la idea de dar a conocer los ejemplares; más de uno suele interesarse y después pasa por casa para comprar algo”, explicó el joven productor.

En la actualidad, Aitor se dedica en su día a día a la elaboración de queso ecológico gracias a los 350 ejemplares de latxas cara negra de la variedad gorbeana que tiene en los terrenos de Sagasta. El trabajo en la quesería le permite elaborar diferentes tipos: Idiazabal, azul y queso de la montaña; otra variedad que “hacemos subiendo al monte en primavera y ordeñando allí arriba a las ovejas”, puntualizó recomendando degustarlo.

Dedicándose también a la venta directa de carne de sus vacas y cerdos, Aitor recordó con cariño a sus abuelos que fueron pastores y vivían de ello. Su padre también tuvo animales en casa y fue quien le transmitió el interés y cariño por el primer sector. “Hemos vivido siempre de las ovejas; me he criado con ellas. Es verdad que mi aita ha trabajado toda la vida en la fábrica y antes teníamos menos ovejas. Vendíamos la leche a la central y fue en 2012 cuando empezamos a elaborar el queso en casa. Hay que trabajar duro, pero me gusta y me llena lo que hago. Antes de empezar ya sabía lo que suponía dedicarse a esto y lo hago porque me gusta. Si estuviera buscando fines de semanas libres y vacaciones de un mes, me dedicaría a otra cosa”, aseguró orgulloso de su profesión.

En lo que al día a día se refiere, los madrugones son más frecuentes dependiendo de la época del año. “Desde diciembre y hasta que empiezan los corderos a nacer en verano nos despertamos pronto porque hay que ordeñar a las ovejas a la misma hora tanto a la mañana como a la tarde. En verano y en otoño es verdad que no estás mirando tanto los horarios”, repasó sus labores.

La feria ganadera de mañana viernes reunirá en torno a 160 cabezas de ganado, fundamentalmente bovino y ovino, aunque habrá también caballos, asnos y perros villano de Encartaciones. Se podrán ver ejemplares de vaca frisona, pirenaica, limusina y blonda, además de las autóctonas terreña, montxina y betizu. La muestra contará con otras razas autóctonas como el caballo de monte del País Vasco, el caballo pottoka, el asno de Encartaciones, la oveja carranzana, cara negra y la cabra azpi gorri. “En la zona de exposición hay bastante más ganado que antes. En la carpa de compra y venta no hace tantos años había mucho más movimiento que ahora. Las cosas han cambiado; hay mucha gente que ha quitado el ganado y además para vender también el tema burocrático es bastante exigente”, reconoció el ganadero.

Con ganas de exponer sus ejemplares en Zelaieta, Aitor Urien aprovechará la jornada para dar a conocer sus animales, pero también tendrá tiempo de disfrutar y pasear por los distintos puestos. Y es que no todo va a ser trabajar. La feria abadiñarra ofrece muchas posibilidades. “Me gusta ver el resto de ganado y dar una vuelta por el pueblo. También echaré un trago con los amigos porque es un día para disfrutar”.