En algunos centros educativos se han tomado medidas para evitar que el alumnado, móvil o tableta en mano, siga en clase los partidos del Mundial. Sorprende, pero algo menos cuando la psicóloga Nerea Pérez Uria lo contextualiza. “Históricamente por el fútbol se ha parado el mundo. Se paran las rutinas, el trabajo, el sueño... Parece que lo importante es ver el encuentro. Cuando juega el Athletic un partido importante, Bizkaia se paraliza”, dice y subraya que los chavales son el reflejo de la sociedad.

Algunos alumnos y alumnas han estado viendo los partidos del Mundial en el aula. ¿Es preocupante?

No son solo los adolescentes. También hay gente que mientras trabaja está viendo el Mundial. No debemos demonizar a los adolescentes cuando personas mucho más mayores hacen lo mismo. Ellos hacen lo que ven.

Hay centros que han tenido que tomar medidas para evitar que usen los dispositivos con ese fin.

Los chavales están en un contexto, el colegio o el instituto, donde evidentemente se ponen normas y límites para que eso no ocurra. No sé si sucedería lo mismo en una empresa donde tu jefe está tan interesado como tú en si gana España o Japón.

Se ha pedido colaboración a los padres y madres para que hablen del tema en casa. ¿En serio que hay que explicarle a un adolescente que no puede seguir el Mundial mientras le explican matemáticas?

Yo te diría: ¿En serio que hay que pedir colaboración a los padres para que expliquen a sus hijos que en un contexto formativo no tienen que utilizar los móviles y tienen que estar a las matemáticas? ¿En serio que no han trabajado que el contexto educativo es el contexto educativo?

¿Qué es lo que, a su juicio, falla?

Hay una línea, que hace mucho que se desdibujó, que es la de la importancia de la unión entre el colegio y los padres, de trabajar conjuntamente, de que los padres entiendan las normas y límites que hay en el colegio y hagan a sus hijos partícipes de que eso es importante porque el colegio es importante y los profesores son referentes, son figuras de autoridad. ¿Cuándo se desdibujó la autoridad en el colegio? Yo me haría todas esas preguntas y dejaría de demonizar a los adolescentes, que son el reflejo de lo que los padres han dejado de hacer y de lo que en el colegio se les ha quitado y prohibido. No vamos a ir de un extremo a otro, del estilo educativo anterior al actual, donde los profesores tienen que ir a tientas de qué decir y cómo a los padres sobre sus hijos.

Ven fútbol en clase. Parece una anécdota, pero invita a la reflexión.

¿Qué es lo que hace que se pare la sociedad? Es el reflejo del mundo en el que vivimos, de los valores presentes y de las ausencias más esenciales: la responsabilidad, el compromiso y la implicación con la comunidad. Los chavales son el reflejo de lo que se les transmite, enseña y ven en sus adultos de referencia, por lo que el asunto no debe desenfocarse. Es la sociedad en la que vivimos y de la que todos participamos, no solo ellos.

¿La permisividad de algunos progenitores pasa factura en las aulas?

Pasa factura en las aulas y en todas las áreas de la vida y no solo ahora, también lo hará a lo largo de sus ciclos vitales. Y no solo pasará factura a los demás, en cuanto a lo que ocasionan ahora en el aula o después en algún trabajo, sino que fundamentalmente les está pasando factura a ellos.

Se justifican diciendo que si en nuestra época hubiésemos tenido móvil también lo habríamos hecho.

En otras épocas hemos tenido otras cosas. Lo que sí había era una conexión entre el colegio y la casa y unos límites establecidos en ambos. Cuando en nuestras casas se empezó a poner el teléfono, yo recuerdo ser adolescente y estar hablando horas. Ahora tenemos el teléfono en todos los sitios y eso tiene inconvenientes. También suena en un teatro y todos sabemos que tiene que estar apagado.

En un ambiente escolar donde impera el fútbol, ¿aquellos a los que no les gusta se sienten apartados?

Se espera que a todos los chavales, chicos y chicas, les guste el fútbol. ¿Y qué pasa con aquellos a los que no les gusta? Hay chavales que se sienten apartados, raros y diferentes y, en muchas ocasiones, menospreciados.

¿Pueden llegar a tener problemas para integrarse con sus iguales?

Sí. Dependerá del comportamiento de sus iguales y del trabajo que se haga desde casa. Si para los padres es esencial que sea futbolista o que simplemente juegue a fútbol porque lo hacen los demás y no se paran a hablar con el crío sobre qué le gustaría o qué no, el chaval va a sufrir y mucho.

Hay adolescentes que también se sienten ‘descolgados’ cuando no siguen algunas tendencias, como hacer botellón o salir de fiesta.

Es lo mismo que con el fútbol. ¿Qué pasa si no les gusta el alcohol o salir de fiesta? Pues que los chavales tendrán otros hobbies: montar a caballo, pintura, fotografía… Hay mucha variedad, pero la sociedad solo muestra lo que hace la mayoría. Por otra parte, salir de fiesta no implica que te tengas que emborrachar. Ir a una discoteca o estar con los colegas en la calle pasando frío es una experiencia que es bueno que uno tenga, lo mismo que animaría al que hace botellón a que realice otras actividades.

Hay padres que temen que sus hijos se queden en casa o sin amigos por no encajar en los estereotipos. ¿Es un miedo fundado, hay que desdramatizar, empujarles a salir…?

Que tengan miedo es natural porque todos quieren que sus hijos estén en sociedad. No hay que desdramatizar ni hiperdramatizar y tampoco empujarles. Yo les diría que escucharan a sus hijos, conocieran sus gustos y juntos buscaran alternativas.

Un universitario pidió que le cambiaran un examen que le coincidía con un partido de España por ser un acontecimiento “patriótico”.

Me quedo con la respuesta del profesor, que le dijo que era más patriótico aprobar y contribuir cuando terminase la carrera a mejorar el país y le instó a terminar rápido el examen para poder ver el partido. Es más fácil dejar de hacer que darse más prisa o perderse unos minutos de partido. Hay una falta de responsabilidad, de búsqueda de alternativas, de renuncia. Les hemos enseñado a que no tenemos que renunciar a nada y la vida lleva aparejadas renuncias.