El reloj marcaba las 15.00 horas cuando la marea blanca que tomó ayer la calle Coscojales del Casco Viejo de Portugalete enloqueció. Los saltos, bailes y abrazos tenían su propia banda sonora, esa canción popular que dice aquello de el otro día cuando llovía, le vi a mi novia la pantorrilla y yo le dije , con gran salero; tápate eso, tápate eso que me mareo. Tras todo lo vivido en los últimos dos años, ver y escuchar a miles de personas cantar y disfrutar al unísono no tiene precio. Y es que La Guía volvió a lucir con todo su esplendor y la ciudadanía volvió a echarse a la calle para disfrutar, encontrarse y vivir una fiesta que se ha convertido en el principal icono festivo de la noble villa.

Las imágenes más espectaculares, los sonidos más característicos y los momentos más emotivos se viven cada año en la bajada de las 15.00 horas, un evento que marca un antes y un después en la jornada festiva. “Este día ya es, de por sí, una jornada muy especial para todos los jarrilleros y jarrilleras, pero este año más si cabe por poder vivir Virgen de La Guía con toda la intensidad tras dos años de pandemia”, aseguró Mikel Torres, alcalde de Portugalete.

La bajada de las 15.00 horas fue el plato fuerte, pero la fiesta se había ido cociendo previamente a fuego lento en la noble villa jarrillera. Todo dio comienzo a las 09.00 horas con el lanzamiento del txupin festivo y la colocación de los dos dominguines que presidieron la calle Coscojales durante toda la jornada. Más tarde, a las 10.30 horas salió la Virgen de La Guía desde Siervas de María hacia la Basílica de Santa María, donde se celebró una misa en su honor. Al acabar la ceremonia, pasadas las 11.30 horas, dio comienzo la procesión de la virgen, primero por las calles del Casco Viejo, para, más tarde, ser trasladada a la trainera de la Jarrillera en la que una decena de bogadores voluntarios trasladaron a la virgen ría adentro en lo que fue la procesión marítima.

Mucha gente, tierra adentro, presenciaba la procesión y, mientras tanto, el Casco Viejo iba adquiriendo un aspecto envidiable. Una vez desembarcó la Virgen de La Guía, fue trasladada hasta las inmediaciones del antiguo mercado de abastos, en la calle Coscojales, donde los dantzaris de Berriztasuna Taldea bailaron una sokadantza en su honor y, además, homenajearon a los grupos de la villa que colaboran con Berriztasuna con un aurresku. “Es todo un orgullo y una responsabilidad organizar una fiesta tan familiar y tan arraigada en nuestra villa como es la Virgen de La Guía. Queremos que la gente disfrute y lo haga con respeto”, explicó Mari Asun Delgado, miembro de Berriztasuna Taldea, entidad que lleva 47 años organizando esta fiesta en la que no tienen cabida las agresiones sexistas. Así las cosas, las mujeres del grupo feminista de la villa llevaban brazaletes morados para que, en caso de sufrir una agresión, las víctimas las distinguiesen y acudiesen donde ellas en busca de ayuda. Un ejemplo de sororidad.

DÍA DE CUADRILLA

a de La Guía es una jornada que se vive en familia o en cuadrilla y muestra de ello fueron Jon, Antu, Gonzo, Motti, Willow, Ane, Sara, Garazi e Iker, una cuadrilla jarrillera que no quiso perderse su cita anual con La Guía. “Hemos quedado prontito, hemos estado tomando algo y, ahora, tras la bajada de las 15.00 horas, iremos a la comida popular”, aseguraron. Cuando concluyó la bajada de las 15.00 horas, muchos jarrilleros fueron a reponer fuerzas para encarar la segunda parte de una jornada que fue muy larga, en la que el límite horario lo pusieron los quehaceres individuales o el aguante del cuerpo de cada uno. A lo largo del día de hoy, también habrá varios concursos y actividades ligadas a la programación de la festividad de Virgen de La Guía, una fiesta que volvió a desarrollarse con total normalidad después de dos años y que, como ya es habitual, volvió a dejar imágenes y sonidos que reflejan muy bien el carácter y la personalidad de la ciudadanía portugaluja.