Los cooperativistas de la quinta torre de Garellano van a tener que armarse de paciencia. Todavía más. El grupo Arrasate, la gestora de la cooperativa Anboto Dorrea constituida para la construcción del rascacielos residencial más alto de Euskadi, ha comunicado a los 162 propietarios de las viviendas la suspensión de la asamblea que se iba a celebrar esta semana para determinar qué empresa constructora iba a retomar la construcción del edificio.

La gestora ha emplazado a los propietarios a la segunda quincena del próximo mes de abril para una nueva convocatoria al no haber podido cerrar la contratación de otra empresa constructora que reinicie la elevación del rascacielos desde la planta 19 en que ha quedado atascado.

Como se recordará, las obras del emblemático rascacielos que culmina la operación urbanística de Garellano en el barrio bilbaino de Basurto se paralizaron a inicios de febrero pasado después de que la empresa constructora Urrutia dejara de pagar a sus proveedores y las empresas que tenía subcontratadas para levantar el rascacielos de 35 plantas y casi 120 metros de altura.

El aumento de costes de materia prima y mano de obra fueron las razones que desde Urrutia, empresa vitoriana comprada por el grupo Urbas hace casi dos años, arguyeron para pedir a la cooperativa Anboto Dorrea un aumento en el precio del contrato llave en mano que cerraron en julio de 2021 por 36 millones de euros. El sobrecoste solicitado superaba en conjunto los cinco millones de euros, IVA excluido, algo a lo que los 162 cooperativistas en asamblea decidieron no aceptar por unanimidad. En esa postura también se puso en la balanza los retrasos importantes que acumulaba la obra en el calendario parcial de hitos acordado en el contrato.

Una demora que va a acumular más semanas debido al proceso de contratación de una nueva empresa que reanude la construcción de la torre. Desde el grupo Arrasate esperaban contar para esta semana con una oferta en firme que presentar a los socios para que la admitieran o no pero las negociaciones no están yendo con la celeridad que se esperaba a principios de este mes cuando se decidió resolver el contrato con Urrutia.

Según la comunicación recibida por los cooperativistas, desde la pasada asamblea celebrada a finales del mes de febrero la gestora “está trabajando en las líneas que allí se expusieron y estamos a la espera de recibir toda la información relativa a las ofertas de los distintos contratistas con los que se ha contactado para la finalización de las obras sin la cual resulta imposible la celebración de una nueva asamblea”.

Es decir, que se cuenta encima de la mesa con varias firmas interesadas en culminar el edificio diseñado por el prestigioso arquitecto británico y el premio Pritzker, Richard Rogers, pero todavía no han presentado su oferta cerrada para que sea expuesta a los cooperativistas y ellos decidan con cuál se quedan.

Con este escenario de paralización muchos de los cooperativistas están viendo cómo sus planes para acceder a la vivienda adquirida están siendo trastocados desde los cimientos. “El retraso implica demora en la reanudación de las obras y, claro está, en la entrega final”, analiza un socio que reconoce que muchos “ya tenían las fichas medio movidas al haber hecho previsiones sobre la venta de su vivienda actual, otros ya la han vendido y al no cumplir los plazos previstos tendrán que irse de alquiler”.

Y no solo es cuestión de tiempo, también de dinero. La mayoría de los socios están convencidos de que la nueva empresa que sea contratada para finalizar el rascacielos no se va a atener al contrato inicial firmado con Urrutia. “Estamos seguros de que nos va a costar más dinero del previsto continuar con la obra pero esperemos que no sea tanto como los cinco millones que pedía la anterior empresa”, comenta resignado otro de los compradores de uno de los pisos.

A pesar de estas vicisitudes, las fuentes consultadas por este periódico no temen que la torre se quede como un monumento a la construcción. De base, la cooperativa tiene músculo económico debido a que los socios ya han hecho casi todas las aportaciones comprometidas con los precios originales. Además, lo que resta de obra es la parte más sencilla de acometer tras haber finalizado una compleja cimentación que se prolongó un año y alcanzar la planta 19. Finalmente, la gestora ya trabaja con varias ofertas para las que también es una cuestión de prestigio colocar su cartel en lo alto de la torre y ser la que remate el emblemático edificio.

Al detalle

Para 2024

Previsiones. A principios de este mes se esperaba reiniciar los trabajos en abril para culminar los trabajos en verano de 2024 aunque la entrega de llaves, por las gestiones posteriores, no se esperaba hasta finales de año.

162 socios

Dueños cooperativistas. La asamblea soberana de la cooperativa está compuesta por 162 miembros socios que han comprado otras tantas viviendas restando tan solo dos duplex por vender para completar la torre.

36 millones

Llave en mano. Es el precio por el que la cooperativa Anboto Dorrea firmó el contrato con Construcciones Urrutia en julio de 2021 para levantar la torre sin posibilidad de ampliación de costes como así ha ocurrido después.

Desde 2019

Comercialización. La venta se inició hace casi cuatro años en los cuales la cooperativa ha visto cambiado el diseño inicial de la torre, incrementado el precio por sumar más metros cuadrados y ahora el parón obligado.