“Encontrarse con el agresor puede hacer que la víctima se plantee seguir adelante con la denuncia”, advierte Ana Hernando, abogada de la asociación Clara Campoamor. Aunque reconoce que muchos juzgados ya cuidaban que no coincidieran, advierte de que no podía quedar solo en la buena voluntad de sus responsables. 

¿Cómo valora esta reforma que se va a acometer en los juzgados de Bilbao?

—Entiendo que va a servir para evitar la confrontación entre víctimas y agresores. Cualquier cuestión en la que se pueda avanzar en este sentido me parece beneficioso, porque lo más delicado, cuando la víctima se anima a denunciar y tiene miedo, es tener que ver al agresor, e incluso que se puedan producir situaciones desagradables. Cualquier mejora va a suponer un beneficio.

¿Era necesario?

—Absolutamente; es verdad que dependía del cuidado que pusieran los juzgados pero es algo que tiene que estar institucionalizado, estableciendo un protocolo que te diga cómo se tiene que hacer para que no se produzcan fallos en el sistema, no dejarlo a la delicadeza que podía tener un juzgado u otro. El de Bilbao ya lo está cuidando, citando a diferentes horas pero se carga todo en la víctima; es ella la que tiene que llegar casi una hora antes que el agresor, tiene que esperar en una sala de la que no se puede mover... Incluso si tiene que ir al baño se lo puede encontrar en el mostrador. Espero que todos estos cambios se dirijan a hacer más fácil a estas mujeres este trance. Y hay otros juzgados en los que ni siquiera se cuidaba esto.

¿Por ejemplo?

—En el de Barakaldo era habitual que todos estuvieran esperando en el descansillo que hay en el acceso al juzgado. A veces metían a las víctimas en un cuarto pero no siempre ocurría. Y es una situación delicada. Cuando llega el juicio todos los abogados tenemos el cuidado de pedir un biombo o que declaren por circuito cerrado, pero en esos momentos previos de la instrucción pueden producirse encuentros. Y a veces puede aumentar el miedo, o que se planteen incluso retirar la denuncia porque me ha dicho X. Para mí es muy importante que se trabaje en evitar esto.

Se vivirán momentos muy duros...

—Lógicamente. A veces no es necesario ni verse; están las llamadas telefónicas, que le hace el agresor a la víctima constantemente para presionarla a que retire la denuncia. Obviamente, si encima le ves puede incluso influir a la hora de que decida continuar o no, declara o no, acogerse a una dispensa... El miedo está ahí. Se intenta evitar, los juzgados intentaban tener cuidado, pero eso no es suficiente. 

Se va a cuidar no solo la seguridad de las mujeres sino también el bienestar de los hijos que muchas veces las acompañan.

—Es algo fundamental. Todo es muy rápido; pones la denuncia y al día siguiente compareces en el juzgado si has pedido orden de protección para decidir sobre ello e incluso ver la posibilidad de que se celebre un juicio rápido. Muchas veces, víctimas que tienen hijos pequeño o lactantes no tienen margen de maniobra para buscar a alguien con quien dejarlos. Y es bastante habitual. En un juzgado de violencia entras a las 9 de la mañana y perfectamente puedes salir a las 5 de la tarde. Cuando van con niños es horroroso: es un cuarto muy pequeño con muchas víctimas en el que, por ejemplo en el de Bilbao, tienen unos juguetes para que los niños pinten. Pero no es un lugar ni por espacio ni por confort para que pase un adulto, pero mucho menos un niño. Me parece fundamental que haya un espacio de juegos para que los niños puedan estar entretenidos y atendidos, e incluso pueda haber un cambiador. Es una de las reivindicaciones que todos los abogados que asistimos a víctimas teníamos. 

¿Se puede hacer algo más para mejorar la situación de las víctimas y sus hijos en los juzgados?

—Siempre se puede hacer algo más. Yo abogaría por ahondar en el tiempo que pasan las mujeres en un juzgado. Es una víctima que por regla general ha denunciado el día anterior y que ya ha estado en comisaría un montón de horas, muchas veces de madrugada, no es infrecuente. Imagínese que ha llegado a las 3 de la madrugada de poner la denuncia y tiene que estar a las 9 de la mañana en el juzgado. Desearía que se hiciera un trabajo importante por agilizar los tiempos. Es frecuente que nos pasemos toda la mañana en el juzgado. Es absolutamente excesivo no ya para nosotros, los profesionales, sino para las víctimas que han pasado ya toda la noche en comisaría, con la tensión de haber interpuesto la denuncia... Entiendo la carencia de medios para atender toda la avalancha pero eso no puede ir en contra de las víctimas. 

¿A qué se refiere?

—Que Bilbao tenga solo dos juzgados de violencia machista me parece inaceptable; en su día se valoró implementar un tercero pero se dio preferencia al de cláusulas suelo. Pasan muchísimas horas para cosas que realmente se podrían resolver si hubiera personal y medios en menos tiempo. Hay trámites en los que las mujeres podrían salir del juzgado y avisarles cuándo tienen que volver. Es la asignatura pendiente y así lo estamos reclamando todos los profesionales.