El fin de semana pasado tras el torneo de Torrelavega admitió que estaba preocupado. ¿Sigue igual tras la Euskal Kopa o menos?

Bueno, sigo teniendo un nivel de preocupación alto porque ahora, con todo lo hemos trabajado, teníamos que haber crecido más, pero las circunstancias, y no hablo solo de las lesiones, no nos lo han permitido. Hemos tenido que mover a la gente de sus roles, no hemos podido trabajar los que corresponden a cada uno y eso hace que tenga la sensación de que vamos tarde. Pero también sé que el grupo es trabajador, de que hay talento y cuando todo se conjugue vamos a tener la suficiente calidad para competir en esta liga.

¿Y cómo se maneja una pretemporada en la que el plan se viene abajo a la primera?

Nos ha distorsionado mucho y hemos dado demasiados palos de ciego porque teníamos que probar cosas y reconducirlas. Pero me reconforta haber encontrado un grupo con mucha calidad humana y mentalidad de trabajo.

En el momento que pierden dos jugadores por lesiones largas, ¿el plan se mantiene o hay que cambiarlo, retocarlo…?

Lo peor ha sido tener que jugar tantos partidos sin bases, o sin los bases que van a ser del equipo, o con alguno limitado en sus minutos. Lo primero es el apoyo a los lesionados, pero en la construcción del equipo el principal problema ha sido el de los bases, que son los canalizadores de nuestro juego y no hemos podido crecer por no poder contar con ellos. A ver si esta semana podemos ya normalizar la situación.

La lesión de Goudelock deja al equipo sin su referencia ofensiva, sin el jugador clave. ¿Se plantearon buscar otro tipo de jugador o tenían claro que el equipo necesitaba ese perfil?

Lo primero, había que mirar qué había disponible en el mercado que entrara en nuestras posibilidades económicas y que se pudiera adaptar rápidamente. Estábamos abiertos a un uno o un dos, pero necesitábamos un jugador que creara ventajas, para él o para el equipo. Fuimos ambiciosos, pero el mercado tiene la dificultad de que los jugadores que no tienen equipo es porque han apostado por quedarse en Estados Unidos en busca de contratos cortos en la NBA o un sitio en la G-League. Al final, tuvimos suerte de que Adam Smith estaba apalabrado con un equipo, pero ese equipo se echó atrás y eso le puso en el mercado cuando ya no había jugadores libres. En este sentido, hemos tenido suerte porque Adam es un cambio de cromos con Andrew, con matices, pero es un cambio bastante lógico.

Por lo visto en la pretemporada, busca una defensa agresiva y activa y que exige mucho en lo físico. Eso va a obligar a alargar la rotación.

Está claro que la defensa que queremos no la pueden desarrollar cinco jugadores durante 40 minutos y por eso hay que alargar el equipo y creo que podemos hacerlo porque con doce jugadores, y pensando también en Europa, podemos encontrar energía. Era importante también que los dos cincos fuesen diferentes para poder adaptarnos al rival y defender mejor, pero también atacar mejor. Está claro que de momento esta polivalencia no se ha visto, pero con el trabajo vamos a poder desarrollar esta propuesta defensiva con calidad.

Después de la Euskal Kopa habló de los problemas en el rebote, que ya se han manifestado en otros partidos. ¿Es porque el equipo sufre en el cuerpo a cuerpo?

Contra el Baskonia se notó mucho y eso es lo bueno porque ya sabemos sobre lo que hay que actuar. Algunas cosas que planteamos a nivel defensivo nos hacen perder las posiciones en el rebote y eso nos hace sufrir. Por eso hay que hacer un esfuerzo a nivel colectivo, ayudarse más en estas situaciones y tener más agresividad. Vamos a trabajarlo para que esto no sea un hándicap.

Esta campaña se estrena la norma de que el árbitro no tiene que tocar el balón en campo defensivo, salvo si hay falta, y eso va a hacer que se aumente aún más el ritmo de juego.

El rebote es la parte del juego que claramente más te permite jugar al contraataque o defenderte de ello, pero esta nueva norma abre otra posibilidad. En la liga también ha habido una tendencia en los dos últimos años, potenciada por el Manresa pero que también han intentado otros equipos, de jugar contraataque incluso después de recibir canasta. Ahora, en teoría, hay más opciones, por eso la necesidad de contar con un pívot que sea muy rápido y que corra la cancha a toda velocidad. Por ahí pueden llegar muchas ventajas y de ahí el motivo también del fichaje de Kyser.

La pasada temporada el listón del Bilbao Basket quedó alto con ese noveno puesto inesperado. ¿Entiende que puede poner presión al equipo y a usted mismo?

Ese noveno puesto llegó porque muchas cosas se hicieron muy bien, pero hay que recordar que el equipo empezó mal y se encontró la forma de reconducirlo. El mérito de la pasada temporada fue más esa capacidad de reacción que la novena posición. Ahora el proyecto es nuevo, queríamos que hubiera mucha continuidad, pero se nos han roto los planes y donde había cinco jugadores que seguían más uno que volvía, ahora solo hay tres y uno. Eso es un hándicap para arrancar la temporada. También teníamos diez jugadores que conocían la liga y ahora es uno menos. Todo son dificultades, pero la mejor forma de superarlas es aceptarlas y trabajar. Estamos con mucha ilusión para hacer las cosas bien.

En su presentación, habló de los críticos a su labor, sobre todo en los últimos años. ¿Siente que, pese a tener más de 300 partidos en la ACB, aún tiene que demostrar su valía, quizás por su perfil?

Bueno, yo decidí que mi forma de entrenar tuviera que ver con mi forma de ser. Toda la vida he sido consciente de que el entrenador es el que sufre más críticas y más con mi manera de ser y la forma que tengo de hacer las cosas. Pero sigo creyendo que es la mejor manera porque es una manera de proteger al equipo, al grupo de trabajo y al club. Primero, porque trato de transmitir valores que sirvan para que, desde la humildad, tratemos de ser todos un poco mejores. Pero eso no quita que hay que ir a por todas, competir al máximo nivel y que nadie dude de que vamos a ser competitivos. Si eso nos permite ganar muchos partidos, lo veremos.

Quizás desde fuera se olvida de que, al margen de la táctica, que está al alcance de cualquiera, la clave en el deporte está en la gestión del grupo.

Sí, es muy importante encontrar lo máximo de cada jugador, pero en estos tiempos está el riesgo de la sobreinformación. Es clave acertar en cómo quieres que juegue tu equipo, qué conceptos quieres implantar y, sobre todo, cómo transmitirlo porque ahora hay jugadores con mayor capacidad atlética y física, pero menor capacidad para mejorar delante de un vídeo mucho rato. Ahora tienen capacidad de aprender delante de muchos vídeos, pero cortos, y en pista hay que aportar cosas que puedan hacerles dar el 100% y que en el proceso de aprendizaje no haya dudas para que no se hagan las cosas tarde. Hay que encontrar la manera de que la comunicación sea fluida, algo que cada vez es más difícil porque al haber tantas competiciones entrenas menos y tienes que encontrar la forma de que el equipo crezca también en los partidos.

¿El éxito de España en el Eurobasket puede servir de modelo para equipos como el Bilbao Basket, eso que se llama la clase media?

Sin duda, ese éxito debe servir de aprendizaje para todo el mundo de que desde la humildad y la perseverancia se puede construir algo en lo que crea todo el grupo y que eso permita competir como un equipo al máximo en un torneo tan exigente como el Eurobasket y alcanzar los mejores resultados. Es una gran lección para todos y para nosotros también y ahí está el reto.

¿Tiene la sensación de que ahora hay mucha uniformidad táctica, que el factor sorpresa está más en la defensa que en el ataque?

Creo que sí, pero también en defensa vamos hacia esa uniformidad. Estamos importando ideas de la NBA, algo más tarde y adaptadas al baloncesto FIBA, que tiene más exigencia táctica en lo defensivo porque hay menos capacidad atlética. Pero el baloncesto es un deporte muy vivo y lo que ahora es útil puede ser que en la quinta jornada no lo sea y tienes que estar preparado, abierto y flexible porque si no, la liga te come.

Hay gente inquieta por el hecho de que el Bilbao Basket va a jugar dos competiciones. ¿Tienen motivos?

El año pasado en Zaragoza tuvimos una experiencia muy mala, pero no siempre es así. La clave es que lleguemos a ese momento de tanta carga de partidos con mucho construido como equipo porque si no, va a ser difícil. Sabemos que vamos tarde y por eso no niego que me habría gustado empezar más tarde en la Champions League para tener más rodaje, pero en lugar de lamentarnos hay que trabajar. Eso sí, tenemos mucha ilusión por jugar en Europa, por representar a nuestro club, nuestra ciudad y nuestro territorio. Comporta una dificultad, pero esperamos que no sea un lastre.

El Bilbao Basket no va a llegar al 30 de septiembre en su mejor condición, pero la mayoría de equipos tampoco. ¿Puede ser noviembre, cuando llegue el primer parón, el momento del primer análisis de posibilidades?

El inicio de liga va a ser irregular para todos porque los mismos problemas que hemos tenido nosotros, aunque no tan graves, los han tenido todos. Eso se va a notar. La clave será ser pacientes, tener el foco bien orientado y usar la experiencia que dice que este mismo equipo empezó mal el año pasado y logró dar los retoques necesarios para acabar siendo muy competitivo.

¿Y cómo ve la liga a nivel general?

Creo que hay nueve equipos que están claramente en un escalón superior, con sus distintos niveles, por presupuesto, y otro grupo en el que está el Bilbao Basket con ganas de hacer las cosas bien y tratar de aprovechar si a alguno de esos no les sale tan bien. Al final, intervienen muchos factores, pero los objetivos son claros: trabajar duro para conseguir ser uno de los dieciséis mejores y luego, intentar ser lo mejor que podamos dentro de esos dieciséis. l