No ha podido ser. A la quinta y con un derbi para la historia ante la Real Sociedad de por medio tampoco fue la vencida, ni llegó el momento que tantos aficionados rojiblancos esperaban con fervor.

Al igual que ocurrió en las últimas finales de Copa de 1985, 2009, 2012 y 2015, el Athletic ha vuelto a morder el polvo en la cita definitiva y ha dejado pasar una oportunidad histórica de dar un golpe en la mesa y rememorar éxitos cada vez más lejanos en el tiempo. Han pasado ya 37 años desde la última vez que los leones se proclamaron campeones en el torneo del K.O. y, al menos, habrá que esperar dos semanas más para poder levantar un trofeo que requerirá de una nueva hazaña al figurar el Barcelona de Leo Messi como rival en la final que se disputará el próximo día 17 en La Cartuja.

El estadio sevillano, plaza en la que los bilbainos cantaron bingo en la Supercopa celebrada en enero al superar al conjunto culé en la prórroga, volverá a figurar como epicentro de los sueños de una entregada afición que no tardará en levantarse, ni en recobrar el ánimo pese al varapalo sufrido ante la Real.

Porque la ocasión lo merece y porque el Athletic, a pesar de desaprovechar la primera de las dos balas que tenía para incorporar la vigésimo quinta Copa a sus vitrinas, está obligado a rehacerse con vistas a una nueva final copera que exigirá al máximo.

El plan trazado en la conquista de la citada Supercopa emerge como camino a seguir ante la inminente llegada de una contienda de alto voltaje que será realidad en cuestión de dos semanas. Ese será el tiempo del que dispondrá Marcelino García Toral para resetear a sus hombres en pos de una nueva final en la que el Athletic, tras firmar muy a su pesar su decimosexto subcampeonato copero, perseguirá un anhelado objetivo que continúa sin alcanzar desde mayo de 1984.