De los 25 futbolistas que han intervenido en la primera vuelta liguera, pocos acreditan un comportamiento notable. A lo sumo cabría resaltar la línea de fiabilidad de un cuarteto formado por Óscar de Marcos, Yeray Álvarez, Mikel Vesga y Unai Simón. Con sus aportaciones han justificado que Ernesto Valverde les diese la ocasión de jugar como titulares la totalidad, o casi, de los encuentros. Precisión que no cabe hacer extensiva a otros hombres que, a pesar de disfrutar de la confianza del técnico, como consta en sus abultadas estadísticas, se han movido en registros discretos, con excesivos altibajos, siguiendo el patrón de irregularidad que ha caracterizado al colectivo.

La trayectoria de un equipo sale de la suma de los rendimientos individuales y, para desgracia del Athletic, se observa que hay demasiados jugadores inconstantes. El atenuante de la presencia por defecto no es aplicable a los hermanos Williams, Sancet, tampoco a Berenguer, quien solo ha faltado a una cita. En otro grupo figurarían Vivian, Muniain, Lekue o Yuri, que poseen más de la mitad de las titularidades en los 19 encuentros. Habría que establecer distinciones: mientras Vivian o Lekue han cumplido, no puede decirse lo mismo del capitán o de Yuri, este mediatizado por su tardía incorporación a causa de problemas físicos.

Los aludidos, que hacen una docena, son los más empleados por Valverde desde agosto. El siguiente es el añorado Iñigo Martínez, próximo en minutos a Yuri y que ha estado ausente coincidiendo con la fase en que ha asomado el lateral. El resto ha entrado de manera más esporádica. Con algunos (Raúl García, Zarraga, Guruzeta o Dani García) podría engañar que hayan aparecido en muchos partidos, si bien a menudo en segundas partes por lo que a efectos prácticos su rol no es comparable al de los nombrados previamente.

Lo cierto es que se ha asistido a un apreciable número de variaciones, sobre todo en la zona ancha. Valverde ha probado cosas, no se ha limitado al sota, caballo, rey. Cabría preguntarse si a estas alturas posee ya una idea ajustada sobre lo que le resta más que sumar y a la inversa. Por falta de información no será, ha empleado a la inmensa mayoría de las piezas. No faltan excepciones, alguna de difícil comprensión. Lo sería el papel residual de Vencedor, que ha caído en picado si se miran los cursos predecentes, o de Villalibre, titular el primer día y luego desaparecido. Balenziaga, que empezó en la enfermería, está inédito, chupando banquillo desde septiembre. El asunto de Ander Capa reclama que algún responsable del club explique su repesca. Lleva minuto y medio. Impresionante.

Los mejores

Simón, relevado en la Copa, luce un pleno. En muchas tardes no ha necesitado exprimirse o, mejor dicho, le han llegado poco, lo cual no quita para que se haya mostrado resolutivo y evitado así que la impericia del grupo en el área contraria le pasase factura al equipo. Está muy asentado y parar, para, que es la función prioritaria del portero. Por ponerle un pero, el juego con los pies, en ocasiones desconcertante.

Cerca de él se ha movido un Yeray igual de contundente o rápido en la anticipación que otros años, pero que hace gala de ese poso que otorga el tiempo. Ya son casi 200 partidos y se nota. Se coordina con la pareja de turno y en su debe apenas dos o tres errores producto del exceso de celo. Está ratificando la expectativa, el Athletic tiene en él un central muy sólido. Idéntica apreciación es aplicable a De Marcos, el veterano al que le carcome la duda de si le ha llegado la hora de la despedida. Nadie se lo va a sugerir siquiera a la luz de su desempeño. La experiencia y haber dejado atrás un período difícil por las lesiones, le convierten en un valor seguro. Valverde alberga motivos para estar encantado con sus servicios.

Vesga representa el prototipo de futbolista que a la chita callando se ha ganado el derecho a que se le deje de discutir. El míster lo tuvo claro y, visto lo visto, no se equivocaba. Ha vuelto a la tarea que realizaba en el filial, como medio de cierre único, tarea que combina con un buen trato de pelota y el afán por colaborar en la producción ofensiva. Sufre en choques donde el rival equipara la intensidad del Athletic, pero mezcla con cualquiera que se ubique a su lado.

Quizá no sea casual que los más entonados hayan sido elementos que componen la estructura defensiva del equipo. En este sentido, se ha de añadir que tanto Vivian como Lekue han estado más que correctos. El primero empezó a la sombra de Iñigo y el segundo le dio una gran solución a Valverde cuando Yuri y Balenziaga estaban indispuestos. A Lekue, como el año anterior, ejercer de suplente aplicado no le ha valido para seguir jugando. Aquí, la jerarquía se ha impuesto, favoreciendo que Yuri haya enlazado un montón de partidos hasta que en las últimas citas ha podido ya lograr un buen nivel. Todavía no el que de él se espera.

Los Williams son intocables para Valverde. Sus razones tendrá, pero ninguno ha correspondido a dicho privilegio. La progresión del menor no acaba de plasmarse y el mayor, que al inicio anduvo inspirado, ha vuelto a un tono discreto derivado de su escasa influencia en el gol. Significativo que Guruzeta se le haya equiparado con cinco goles jugando mil minutos menos. Tuvo su racha, luego se ha difuminado, en buena medida por el deficiente suministro que recibe, argumento al que en el pasado podría haberse abonado Villalibre.

Muniain atraviesa una nueva etapa. Nunca se había cuestionado su titularidad. De entrada, Valverde apostó por él, luego prefirió otras alternativas. En este proceso a la baja, ha pesado la calidad de Sancet, que apunta maravillas y debe asumir más peso específico. Tampoco beneficia a Muniain ni el nivel dado ni la conveniencia de armar una media más poderosa. Más evidente es el declive de Raúl García, reciclado en un suplente cada vez más alejado del gol. Herrera, el gran fichaje, es una sombra de quien fue. Y Zarraga, da igual que lo haga bien o no. Permanece en segundo plano.