El barco Ocean Viking, gestionado por la ONG SOS Mediterranée, ha emprendido rumbo hacia Francia tras esperar en vano una autorización de las autoridades de Italia para desembarcar a los 234 migrantes y refugiados que transporta, ya que "la situación a bordo ha llegado a un punto crítico".

Tras dos semanas "atrapados" en el mar, la directora general de la organización, Sophie Beau, ha advertido de que hay riesgos "muy graves" a bordo, hasta el punto de que no se descarta que haya muertes. En los últimos días, el Gobierno italiano sólo ha permitido desembarcos selectivos, de las personas consideradas más vulnerables.

"Después de esperar mucho tiempo una respuesta a las múltiples solicitudes de un lugar seguro, los supervivientes están perdiendo el último atisbo de esperanza y la increíble resiliencia que han demostrado hasta ahora. Algunos han comenzado a expresar su intención de tirarse por la borda por desesperación", ha señalado Beau en un comunicado.

La ONG considera "inexplicable" el silencio de las autoridades italianas, extensible a otros barcos de rescate en circunstancias similares, y ante la "excepcionalidad" de la situación ha decidido comenzar a navegar hacia las costas de Francia. Prevé llegar a aguas internacionales cercanas a Córcega el jueves.

Se trata de una "solución extrema" fruto de una irresponsabilidad que, según la organización, compete a todos los Estados miembro de la Unión Europea. Ahora, confía en que al menos las autoridades francesas provean una "solución inmediata" para las más de 200 personas a bordo del Ocean Viking.   

"ME ESTABA VOLVIENDO LOCO"

La preocupación también se extiende al 'Geo Barents', el barco de Médicos Sin Frontera (MSF) donde hay también más de 200 migrantes. Tres de ellos decidieron saltar el lunes por la borda: dos llegaron al puerto de Catania y uno regresó al buque, donde la situación "se deteriora cada día con esta incertidumbre", en palabras del coordinador general de operaciones en el Mediterráneo, Juan Matías Gil.

Youssouf es uno de los migrantes que decidió lanzarse al agua y explica que lo hizo porque se estaba "volviendo loco". "Tuve la sensación de que mi cuerpo y mis sueños se estaban desmoronando", afirma este joven que dejó en Siria cuatro hijos en busca de "una vida segura" en otro lugar del mundo.

"Simplemente quiero encontrar un lugar donde puedan vivir libres de miedo y sentirse seguras. Ese es mi sueño y no dejaré que nadie me lo quite", relata este superviviente, que pasó la noche a la intemperie en el muelle junto a su compatriota Ahmed, que finalmente evacuado en ambulancia.

Ahmed salió de Siria hace un año e intentó cruzar el Mediterráneo desde Libia en seis ocasiones. En todas ellas fue interceptado y devuelto a centros de detención, donde sufrió todo tipo de abusos que le provocaron, por ejemplo, un dolor agudo en la espalda que aún arrastra.

"Es muy difícil controlar a 200 personas sin poder proveerles de esta información clave", advierte Gil, en un nuevo llamamiento a las autoridades italianas. En este sentido, ha advertido de que no se irán de Catania hasta no lograr su objetivo y poner fin a una "situación arbitraria", tal como establece la ley.