Menos fritos y sal, y más verduras y frutas de temporada en los comedores escolares a partir de 2023. Es la propuesta que ha hecho el Ministerio de Consumo y que se prevé que se implante el próximo curso en los centros educativos públicos, concertados y privados de infantil, primaria, Eso, Bachillerato y FP.

Tras el anuncio del Gobierno español de implementar su proyecto de ley para fomentar una alimentación "saludable" en la dieta de los más pequeños, los menús escolares se han situado en el punto de mira. ¿Siguen una dieta equilibrada en los jantokis? ¿Son saludables? ¿Cómo de importante es cuidar una buena alimentación desde edades tempranas?

Según lo desvelado por el ministro Alberto Garzón, entre las mejoras que habrá que hacer en los centros escolares se apuesta por utilizar al menos un 45 % de frutas y verduras de temporada, un aumento, hasta un mínimo del 5%, de los alimentos de producción ecológica, y dar prioridad a aquellos cuya producción sea respetuosa con el medio ambiente y el bienestar animal. Asimismo, se apuesta por reducir la sal, los concentrados, los potenciadores de sabor, las salsas y el azúcar en las preparaciones, o incluir AOVE para los aliños y aceite de oliva o aceite de girasol alto oleico para cocinar y freír. Así, el Ministerio quiere fomentar la dieta mediterránea y alimentos de proximidad.

Según defiende la dietista nutricionista Ana Dean, la medida es “positiva”: “Todo lo que sea favorable para mejorar la calidad del menú diario, de nuestros niños es beneficioso para todos”, precisa. Y es que, al igual que destacan desde el Ministerio de Alberto Garzón, la nutricionista y dietista recuerda que “deberíamos comer menos frituras y más frutas y verduras”. Pero, ¿se siguen estas pautas en los centros escolares? En general, no. Y así lo comprueba la profesional al revisar un menú escolar facilitado por este periódico, ya que tan solo observando una semana, le llama la atención la cantidad de comida frita, tanto empanada como rebozada que deben consumir estos menores en el centro escolar.

 

De hecho, no hay que esperar mucho para ver el primer error en el menú. Y es que desde el lunes se puede leer San jacobo, lo que la nutricionista destaca que “no tiene ni un pase nutricional", ya que aunque “no se debe prohibir" ningún alimento, este debe ser "de consumo ocasional". El martes, merluza a la romana, rebozada. “Es más práctico para el catering, pues llega más apetecible, pero no es sano”, insiste. El miércoles, escalope y el jueves tortilla de patata. “Lunes empanado, martes rebozado, miércoles empanado, jueves frito….”.

Además, señala también un día con lentejas con puerros, que tiene como segundo plato la tortilla. “Es proteína excesiva”. Por otro lado, señala el uso excesivo del chorizo como acompañante de legumbres. “Yo lo sustituiría por verdura y un cereal integral por ejemplo, como el arroz".

De esa forma, según explica, la proteína vegetal y un cereal equivale a una proteína, lo mismo que un filete de ternera, que tienen un alto valor biológico, según destaca. “¿Qué podría pasar? Que posiblemente encarecería mucho el precio en el menú. Yo propongo lo que nutricionalmente sería más saludable, pero luego tiene que ser posible”, insiste.

 

Del mismo modo, alude a los postres, ya que se priorizan los yogures o natillas, cuando debería fomentarse que fuese fruta cada día. “Hay un un exceso de lácteos que llevan aditivos y azúcar. Tendría que ser fruta, y al que no le guste que la consuma en otro momento del día, o se la lleve a casa. Yo les sugeriría que si no les apetece la fruta en ese momento es mejor que no coman postre; con un primer y segundo plato es suficiente”.

 

Educación alimentaria

 

De esa forma, en un momento en el que el 40% de la población infantil y adolescente tiene obesidad, y va incrementándose, la medida planteada por Garzón según Dean “es positiva”; sin embargo la tilda de insuficiente. Y uno de los motivos que nombra es que el Gobierno español implanta la medida, “pero no la facilita”.

Así, entre los aspectos que se han dejado fuera, pone el foco en la educación alimentaria, que insiste en que actualmente es “mínima” en la sociedad.

 

De hecho, hace alusión al menú anteriormente comentado: “Si miras este menú puedes pensar que es normal pero eso es por falta de educación alimentaria”. Y es que defiende que es “un menú poco adecuado, pero es la realidad de muchas ikastolas y colegios”.

 

Por eso, “más que prohibir hay que educar, hay que dar charlas a los padres para explicar qué supone que tu hijo coma todos los días bollería, fritos, exceso de azúcar… Necesitan una educación alimentaria precisa para valorar que lo que me vende la industria alimentaria, la publicidad engañosa, no es cierto, y el producto no es beneficioso para la salud de mi hijo”.

 

Y es que según defiende, “comer sin educación alimentaria sale muy caro”. Así, pone el ejemplo de los zumos envasados: “En la televisión nos dicen que un zumo envasado es completo, porque le ponen vitamina A y es una opción sana. Pero es mucho más barato y saludable darle a los niños la fruta en pieza”.

 

¿Y algo tan sencillo o habitual como darles pan blanco todos los días? Todos los cereales que no son integrales bajan el rendimiento de los escolares, explica. “No es solo tema de obesidad, colesterol, etc.”, destaca.

 

De ese modo, subraya que sí se deberían modificar los menús escolares para “conseguir platos más sanos y equilibrados”, pero eso tiene que ir acompañado de educación alimentaria “empezando con los niños en la escuela, y después los padres y madres; para que aprendan cuatro nociones básicas”.

 

Catering, entre el precio y la calidad

 

En un momento en el que la inflación se sitúa en más del 10%, y los alimentos básicos se han encarecido de sobremanera, implantar esta medida es complicado, según la nutricionista. Y más, teniendo en cuenta que una amplia mayoría de centros escolares ofrecen los menús a través de empresas de catering. Y es que estas empresas funcionan con unos precios que en muchas ocasiones no les permiten ofrecer la calidad deseada.

 

Así, destaca que muchas veces se encuentran con que no gusta ese tipo de comida, o es difícil desplazarlo hasta los colegios y llega poco apetecible… “Hay muchos aspectos a tratar”.

Y es que actualmente, “comer carne o pescado de calidad es un lujo, cuando antes era asequible”. Y lo mismo ocurre con los alimentos integrales, que son más caros. “Puedes proponer la opción de que quien quiera consumir arroz integral en el menú escolar deba pagar 10 euros más al mes, por ejemplo, pero no todo el mundo puede permitírselo”, destaca.

 

Sin embargo, como aspecto positivo defiende que aunque son la minoría, sí que hay empresas adheridas al km0, pero hay familias que no pueden pagar ese sobreprecio. Por eso, plantea que se podría subvencionar a los catering o colegios que estén adheridos a km0 que quieran mejorar la alimentación de los niños. “Debemos tener en cuenta que están en una etapa en la que su cuerpo y mente está en pleno desarrollo. Lo que coman hoy condiciona su salud de futuro”, zanja Dean.